viernes, 12 de agosto de 2011

Apocalypse Now: El proyecto

Estamos en 1967. El Papa Pablo VI publica su constitución apostólica Indulgentiarum Doctrina, donde, al mismo tiempo que ratificaba la doctrina de las indulgencias (puesta en duda desde el Vaticano II), rompía con la antiquísima tradición de cuantificar en días o años (simbólicos) las indulgencias parciales. Poco después, el mismo pontífice sanciona su encíclica Populorum Progressio, que incluye una necesaria condena del capitalismo y que algunos interpretan ad intra como un guiño hacia el socialismo (“mensaje de los obispos del Tercer Mundo”).

El “Che”, Ernesto Guevara de La Serna, comienza operaciones de guerrilla en la selva de Bolivia, pero, abandonado por un pueblo impermeable a su prédica, será pronto capturado y ejecutado.

El boxeador Cassius Clay asume el islámico nombre de Muhammad Alí y continúa con sus impresionantes victorias.

Israel se enfrenta exitosamente a las fuerzas combinadas de Egipto y Siria en la llamada Guerra de los Seis Días, cometiendo numerosas atrocidades que recientemente (1995) han salido a la luz en memorias de un oficial israelí.

La psicodelia y el consumo de sustancias alucinógenas se expande rápidamente, lo que obviamente tiene su influencia en producciones musicales como Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band de los Beatles y en todas las demás bandas de rock.

Estalla la Guerra de Biafra, cuando este micro-estado declara su independencia de Nigeria. En dos años se cobrará más de 600.000 vidas y demostrará al mundo que la descolonización de África era mucho menos romántica de lo que se quería creer.

Al mismo tiempo que la Guerra de Vietnam asume otra magnitud en un esfuerzo desesperado de los Estados Unidos por derrotar a los comunistas en combate abierto, las manifestaciones antibélicas se multiplican en casa. Incluso la opinión pública que, hasta la fecha había sido favorable a la intervención, comienza a darse vuelta bajo la indudable influencia de la prensa, las celebridades y el movimiento de los “derechos civiles” liderado por el ministro luterano Martin Luther King. El pacifismo se convierte en una moda, con su “flower power” y el hipismo.

1967 es un año bisagra. Tema sobre el que volveremos.

Mientras trabajaba como asistente de su amigo Francis Ford Coppola en la película “Llueve en mi corazón” (The rain people), John Frederick Milius fue alentado por sus amigos George Lucas y Steven Spielberg para escribir el argumento de un film sobre la Guerra de Vietnam. Milius, quien, a pesar de pertenecer a esta nueva generación de directores entonces aún poco conocidos, era un entusiasta del cine bélico, se tomó en serio el proyecto y tuvo la idea de adaptar la novela corta de Joseph Conrad, “El corazón de las tinieblas” (Heart of darkness), al conflicto del Sudeste de Asia.

Józef Teodor Konrad Nałęcz-Korzeniowski, más conocido como Joseph Conrad, pertenecía a una familia de la pequeña nobleza polonesa de Ucrania y, como su padre, se vio involucrado en actividades clandestinas del nacionalismo polaco por lo que fue perseguido por la temible policía política rusa. Vivió luego en Italia y Francia, hasta que recaló en el puerto de Marsella y decidió pasar el resto de su vida como marino. De espíritu aventurero, no pudo, sin embargo, mantenerse alejado de los problemas. Parece que contrabandeó armas para los carlistas españoles y los legitimistas franceses, y un amor no correspondido casi lo lleva al suicidio. Enamorado de la obra de Shakespeare, llegó a obtener un excelente dominio del inglés y pensó en radicarse en este país. Allí, pasado a la marina mercante británica y recorriendo el Imperio victoriano, comenzó también a publicar sus primeras obras literarias. El éxito le pudo haber hecho vivir bien de sus escritos, pero su afición al juego y a la bebida, le acarrearon necesidades económicas. En 1899 comienza a publicar en entregas su novela corta (o cuento largo) “El corazón de las tinieblas”, quizá su obra más conocida, si bien tal vez no sea la mejor.

En esta historia, un marino de nombre Marlow realiza una travesía desde Europa, por mar y, luego, en África, a lo largo del río Congo, en busca de Kurtz, el jefe de una explotación de marfil cuyo paradero se desconoce. A medida que se aproxima a él, Marlow se entera de que Kurtz ha tenido notable éxito en el negocio pero que, al hacerlo, ha abandonado la vida civilizada, en una regresión a un estado salvaje y bárbaro de vida. Los nativos lo idolatran como un dios y éste, a su vez, aconseja exterminarlos a todos. Habiendo perdido la razón y muy enfermo, Kurtz es cargado por Marlow, quien lo saca de la selva y sube a su pequeño vapor. Kurtz muere en el trayecto pronunciando enigmáticas palabras: “el horror... el horror”.

Lecturas superficiales han querido ver en esta obra una simple denuncia del colonialismo europeo en África, pero es más bien un viaje a lo más oscuro de la psicología del hombre o, como dijo Borges, “el más intenso de los relatos de la imaginación humana”. También Apocalypse Now será vista como una denuncia del intervencionismo yanqui o un simple panfleto pacifista, siendo, como es, mucho más que eso.

En esta película, un oficial de operaciones especiales, el capitán Willard, es enviado a buscar y asesinar al renegado y presumiblemente loco coronel Kurtz, internado en la selva de la neutral Camboya con un grupo de seguidores que lo veneran como un antiguo dios pagano.

Habiendo logrado su primer éxito con “Llueve en mi corazón”, Coppola se interesa en la producción de la historia de Milius y pide a éste que componga el guión o libreto que, originalmente, fue llamado The Psychedelic Soldier (“El soldado psicodélico”) y luego “Apocalipsis ahora”, parodiando el lema “Nirvana ahora” de los hippies. George Lucas iba a ser el director y la filmación iba a comenzar en 1971 en Vietnam mismo, con cámaras de 16 mm. y en formato símil documental. Como extras trabajarían soldados estadounidenses en actividad.

Pero Lucas se ocupó en otros proyectos. Coppola, lleno de ideas y entusiasmadísimo con la idea original, no encontraba un director apropiado y decidió encargarse él mismo. Tras un viaje a Australia para promocionar “El Padrino”, Coppola recorre posibles sets de filmación en el Sudeste Asiático. Visita las Filipinas y el presidente Ferdinand Marcos se entusiasma con el film y asegura al director el acceso a material militar estadounidense en desuso que había sido recientemente vendido a las fuerzas armadas filipinas.

Ahora era cuestión de encontrar a los protagonistas. Steve McQueen, Al Pacino, Jack Nicholson, Robert Redford y James Caan estuvieron entre los primeros seleccionados pero por una u otra razón no pudieron ser. El estudio United Artists exigía a Coppola un protagonista de peso si iban a financiar semejante proyecto, así que, finalmente, tuvo que acceder a pagar el enorme cachet que exigía Marlon Brando para viajar a las Filipinas y encarnar al coronel Kurtz.

El papel de Willard recae en un principio en Harvey Keitel. Pero, habiendo comenzado ya la filmación, finalmente, Coppola lo reemplaza por un entonces virtualmente desconocido Ramón Estévez (Martin Sheen por su nombre artístico).

Con muchos atrasos, la presión de United Artists, el final desastroso de la guerra tras la caída de Saigón y las indecisiones de Coppola, que había comprometido su propio patrimonio en el proyecto, comienzan en 1976 a filmar en las Filipinas. Pero el tifón “Olga” que asoló la región ese año, destruyó los escenarios y obligó a suspender durante varios meses la empresa.

Cuando, casi a fin de año, regresaron a Manila para continuar, los problemas no habían acabado. Brando estaba excedido de peso y se vieron obligados a contratar un doble para algunas escenas y otras debieron rodarse en la penumbra para disimular su pobre estado físico. Además, parece que no se molestaba en aprender su parte del guión y muchas veces Coppola se veía en la necesidad de impulsarlo a improvisar de una manera que se amoldara al personaje.

Cuando Martin Sheen cumplió sus 36 años, el director lo instó a que “sacase sus demonios interiores”, proveyéndolo con drogas y alcohol, con las que realizó el rodaje de la escena introductoria, con rotura de espejo y lastimaduras incluidas. Pero en marzo del ’77, el protagonista sufrió un ataque cardíaco y debió caminar más de 400 metros antes de ser atendido. Coppola escondió el hecho a la United Artists y, durante algunas escenas, debieron recurrir a Joe Estévez, hermano del actor que no aparece en los créditos.

Otro actor con el que tuvieron problemas era Dennis Hopper, el que había sido elegido para interpretar a un fotógrafo “free lance” admirador de Kurtz. Pero Hopper estaba tan drogado todo el tiempo que se hizo casi imposible convivir con él. Marlon Brando llegó a exigir el no tener que compartir escenas con él y Coppola tuvo que hacerlos filmar en distintos días.

El ’77 estaba a punto de culminar y Coppola no se decidía aún por el final de la película. En la idea original de Milius, Willard y Kurtz se unían en su locura y morían bajo un ataque aéreo. Pero Coppola, que ya había hecho muchos cambios en el guión, quería otra cosa. Y, aunque hubiese querido, Brando estaba demasiado gordo como para aparecer al aire libre en escenas de combate junto a Sheen. Hubiese sido más ridículo que el papel de John Wayne con peluquín en “Los boinas verdes”.

Eventualmente, Coppola se decidió —según sus propias palabras— por “el mito clásico del asesino que va río arriba, mata al rey y se convierte él mismo en el rey, como el Rey Pescador de ‘La rama dorada’”.

“La rama dorada” (The golden bough) es el nombre de un libro de Sir James Frazer. En este libro, Sir James desarrollaba la idea de que los mitos de las religiones se vinculan todos ellos en el antiguo culto de la fertilidad a la que se le hacen sacrificios periódicos. Al momento de su publicación, el libro causó bastante conmoción dado que, entre los mitos analizados, incluía a Cristo. Pero el hecho es que tuvo un enorme éxito y su lectura influenció, sin duda, la literatura modernista de comienzos del siglo XX.

Como aún no tenía claro como se vería el final, Coppola hizo que el mismo se filmara desde distintos ángulos. De allí el rumor de que se habían hecho varios finales distintos.

Otro problema fue el sonido. Aunque en un principio el proyecto era el de una película narrada en off, durante el rodaje Coppola abandona la idea y contrata a Walter Murch para ensamblar los sonidos. Pero éste le explica que necesita al menos 10 meses más y que, a falta de bancos de sonido estéreo de las armas utilizadas en la guerra y del ambiente selvático del Sudeste Asiático, deberían crearlos ellos mismos, abultando más el presupuesto.

No sin dificultades, Coppola obtiene de United Artists otro retraso del estreno para finales de 1978 y encarga al periodista Michael Herr que trabajase sobre la narración del film. Felizmente, este retraso permitió a Murch trabajar sobre la tecnología Dolby, en ese tiempo en estado experimental.

Michael Herr había sido corresponsal de guerra en Vietnam para la revista Esquire, entre 1967 y 1969. Con un estilo entre visceral y literario, publicó en 1977 el libro “Despachos de guerra” (Dispatches) que expuso, por primera vez para el gran público norteamericano, las circunstancias especiales de la Guerra de Vietnam, los sentimientos del soldado de a pié, lo terrible de ese conflicto, entre otras perspectivas nuevas. Además de colaborar con el guión de Apocalypse Now, Herr lo hizo años después con el libreto de “Nacido para matar” (Full metal jacket) de su amigo Stanley Kubrick.

En cuanto a la banda de sonido, un papel preponderante tiene la canción “El fin” (The End) de los Doors, que, en una versión especial para este film, se escucha en la secuencia introductoria de la película y en la escena final de la muerte de Kurtz. Jim Morrison, autor del tema, voz de los Doors y amigo de Coppola, compuso esta canción (de casi 12 minutos de duración) pensando en una novia que dejaba. Sin embargo, era para él una alegoría del final de la niñez y, sobre todo, el final de una era de inocencia.

Los retrasos seguían y, a medidos del ’78, Coppola pide al estudio un año más para trabajar en la edición final. Presentaciones en grupos reducidos fueron mal recibidas. En abril de 1979 se invita a un grupo selecto de periodistas a verla. Se filtraron un par de comentarios que hablaban de una película extraña, violenta y aburrida. Coppola hizo otras presentaciones limitadas y, en todas ellas, modificaba los finales. Incluso el presidente Jimmy Carter sugirió que la película debía ser prohibida. Lo mejor que podía pasar era que Vietnam fuese olvidado era el mensaje. Todo hacía pensar que no llegaría a ser estrenada.

La primera presentación oficial fue durante el festival de Cannes del ’79. Donde la película, proyectada de una forma bastante improvisada en un teatro preparado por los técnicos de sonido de Coppola, obtuvo las Palmas de Oro, aunque el final proyectado en aquella ocasión no fue el definitivo. Sin embargo, el éxito francés e internacional abrió las puertas de este film en los cines norteamericanos y el 15 de agosto se estrenó simultáneamente en quince salas con notable éxito.

Ya sea para denigrarla, ya para alabarla, nadie podía dejar de hablar de Apocalypse Now.

“Teníamos acceso a demasiado dinero, a demasiado equipo y poco a poco enloquecimos... Mi film no es acerca de Vietnam, el es Vietnam." Declaraciones de F. F. Coppola a la prensa. [Foto: El director en el set de filmación -- fuente: aquí.]

 

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