jueves, 31 de marzo de 2011

"Cristiada"

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martes, 22 de marzo de 2011

A éstos los llaman cristóbales, viejo-católicos, nazis, aliancistas, rosistas o radicales… o filo-lefes...

    ¿Y cómo ven ustedes todo esto de ahora? ¿Qué hay ahora, para ustedes? —preguntó el curioso vejete.
    Yo veo esos “movimientos” que usted dice —dijo el cura—. Eso sí.
    Una especie de guerra civil insensata. Éstos —dijo Edmundo, señalando al cura—, que están sublevados contra el gobierno de una manera insensata, los “cristóbales”, puesto que nada pueden contra él; y el Gobierno que ha hecho contra ellos una cantidad de leyes que son claramente injustas. No sé quién empezó. Pero es el cuento de nunca acabar… Es una cosa atroz; ¡mire que estos dos, él y su hermana, han sufrido ya lo que no hay idea! Y no cejan. Al revés, cada vez parece más seguros…
    Bueno, esto del gobierno de ahora se llamaba “liberalismo”, y lo de éstos otros se llamaba religión católica o “iglesia” cuando yo era muchacho. Ahora se llama neocatolicismo o vitalismo cristiano por un lado; y a éstos los llaman cristóbales, viejo-católicos, nazis, aliancistas, rosistas o radicales…
    Todas las cosas feas tienen muchos nombres —dijo el cura sonriente.
    El eje de la historia argentina es la pugna entre el liberalismo y la tradición española. Y el liberalismo ha vencido. Eso es todo —dijo el judío—. La francamasonería, que es una creación de nuestra raza, fue su instrumento o brazo derecho; y egregiamente que trabajó, por cierto.
    Y así como aquí el liberalismo vino de afuera, también venció con el auxilio de afuera —dijo el cura—. ¡La expedición de Brasil!
    Así es si usted quiere —el viejo prosiguió con su voz de pájaro—, pero a mí me parece que ahora ya no hay “afuera”. El mundo se ha unificado. Lo que no pudo conseguir la Iglesia, lo hizo la Democracia: la unión de las naciones.


Leonardo Castellani, Su Majestad Dulcinea.


“Dulcinea Argentina”
(Ilustración digital realizada por Mariano G. Pérez
inspirada en la novela de Leonardo Castellani “Su Majestad Dulcinea”). 

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viernes, 18 de marzo de 2011

Antes del fin

Copio a continuación un comentario enviado a Wanderer pero que nos quedó demasiado largo.



Efectivamente, no sé si los primeros cristianos nos envidiarían, como dice W., pero sí que ansiarían estar con nosotros —aunque más no sea porque cronológicamente estamos más cercas de los Últimos Tiempos—. Mientras difundían el Evangelio por todo el mundo conocido arriesgando (literalmente) la vida, anhelaban el pronto regreso del Cristo. Esto es evidentísimo en las Actas de los Mártires, especialmente en la historia de santas Perpetua y Felicitas, donde los paralelismos con el Apocalipsis son evidentes. Como bien, pronosticó Castellani el principal problema de nuestro cristianismo de hoy es pensar o vivir como si Cristo no fuera a volver. Vale decir que lo mismo (con otras palabras) pronosticaron los peritos de un reciente congreso sobre el Apocalipsis que tuvo lugar en el Vaticano.


Como ya comentamos en alguna oportunidad, y creo que en esto coincido con algunos comentaristas y (si no recuerdo mal) con el mismo W., esa inversión del orden natural de que habla W. (que incluye en primer lugar el falseamiento del principio de autoridad, empezando por la autoridad paterna que recuerda un anónimo), siendo elevada a la categoría de ley, es el katejón siendo retirado —de una forma que nuestros antepasados no pudieron prever puesto que atenta contra la misma evidencia de la razón y los sentidos—, es la destrucción de los últimos vestigios de Romanidad.
En cuanto a la persecución creo pueden darse las dos posibilidades: la de un martirio incruento en la forma de una marginación social creciente de los fieles (Castellani en algún lado [¿Cristo y los fariseos?] sostiene que ésta es la verdadera persecución), o la de un martirio cruento similar a lo ocurrido con los cristianos de los primeros tres siglos. Pero tal vez, este último sea en realidad el “typo” nomás.
En cuanto al Anticristo, es cierto, aun no lo “vemos”, pero eso no quiere decir que su espíritu no esté ya actuando en el mundo. ¿Será una persona de carne y hueso? Aun entre los teólogos de la historia de nuestro tiempo, como Castellani o Canals Vidal, para citar sólo dos, el asunto no está claro. Y si no es una persona física, tampoco es necesario que sea una nación, una etnia, un grupo… tal vez sea el espíritu de una época, un “ethos” particular. Tal vez sea todo lo anterior…
En cuanto a lo que dice Atilio, es probable que la persecución venga por ese lado. El último año, cuando se dio todo el escándalo de los curas pedófilos, numerosas voces salieron a acusar al cristianismo de ser “inhumano”, “bestial”, “anti-natural”, etc., incluso “dentro de la Iglesia”, entre curas y monjas que abogan porque se “libere” la doctrina moral. Creo que es genial lo que dice René Girard acerca de los “chivos expiatorios” y su función en la sociedad pagana, y qué es lo que puede suceder en el actual presente neopagano, donde se acusa al cristianismo justamente de aquello que ha ingresado al mundo gracias a él (la protección de los débiles, la eliminación de los linchamientos públicos, la conmiseración por las victimas, etc.). En la sociedad pagana, los sacrificios tenían como fin traer el equilibrio a la sociedad. Y vivimos en una sociedad mundial neopagana en busca de su equilibrio… y en busca de una victima que sacrificar.
También concuerdo con Atilio en que hay que observar lo que sucede en Medio Oriente. Tras la Revolución Francesa apareció un Napoleón, tras la Comunista, un Stalin. Estas supuestas revoluciones democratizadoras, al mismo tiempo, pueden que nos traigan a un nuevo Saladino (quien para los cristianos de Tierra Santa fue un verdadero anticristo menor). Estas “revoluciones” en países musulmanes, con apoyo de la ONU e, incluso, de parte de la jerarquía católica (L’Osservatore Romano, es un ejemplo no menor.), son algo para tener en cuenta. “¿Qué papel juega o jugará Israel en todo esto?” no es una pregunta menor.
En cuanto a lo que plantea Pippin, pienso que la apostasía profetizada quizás no sea un “pecado social”, sino más bien una “estructura de pecado” —al menos, si se entiende como una situación donde ya no tenemos posibilidad de elegir “el bien”, sino donde lo que predominan son opciones malas, donde quizá elegir “el bien”, conlleve el martirio social. Pienso en el ejemplo que ponen muchos. Imaginemos si criar a los hijos “a la manera tradicional”, llega a ser considerado una especie de conducta depravada (equivalente a lo que no hace mucho era no cumplir con la enseñanza primaria obligatoria) que habilita al Estado a retirar la patria potestad a los padres. ¿Qué elegiríamos? ¿Cómo actuaríamos? Quizá la jerarquía haga alguna pirueta para que los católicos nos mezclemos con “el mundo” (recordemos “Su Majestad Dulcinea” y como los obispos autorizaron el uso de la insignia que antes habían prohibido sobre la base de una curiosa pirueta teológica). Tal vez sea necesario desobedecer, aunque la perspectiva repugne a los anti-filo-lefes.
Y, efectivamente, como bien recuerda Ludovicus, tal vez esto que estamos viviendo (o recién comenzando a vivir) no sea más que el typo de otra cosa… la lista de anticristos menores del pasado que se creyó podían ser el verdadero es enorme (Dioclesiano, Atila, Saladino, Federico II, Lutero, Napoleón, Garibaldi…)
Hace bien Milkus al recordar a Tolkien y su “Señor de los Anillos”, obra que tiene mucho de “apocalíptica” aunque más no sea como el fin de una edad y el comienzo de otra. Como toda obra “eterna” debe ser alimento constante nuestro, especialmente en esta época, para no desesperar, para confiar en las profecías, para perseverar en nuestro camino, para no desfallecer, para no impacientarse, para no querer cortar el trigo y la paja…
El texto de Ratzinger es también muy valedero, aunque no sé si se aplica a este caso especifico. Por supuesto que el Apocalipsis y los demás textos “apocalípticos” en el Evangelio y las Epístolas, admiten una lectura espiritual y moral —como toda la Biblia, es cierto—. En cada uno de nosotros se repite, como “a escala”, la historia de la Salvación, con su Génesis y su Apocalipsis.
Y por esto es que una fe que mutila las profecías o que las transforma en algo hermético, cerrado, inaccesible, de imposible aplicación e interpretación, es una fe a la que le falta una pata. Una pata importante, la de la esperanza, no como algo utópico que está más allá del tiempo, sino también como algo presente aquí y ahora, y que de alguna forma se viene desenvolviendo. Casi la mitad de los Padres (como bien explicaba San Justino) creía que algunas de las promesas de Israel (especialmente las de Isaías) aun estaban por cumplirse o, mejor, por completarse. Lo mismo dice, para quien lo quiera entender, el Catecismo (nn. 674 et seq.).
Solo así, en “tensión escatológica” constante, los primeros cristianos pudieron soportar indecibles padecimientos. Solo así nosotros, creo, podremos soportar lo que se viene. Sea o no el último y final mamporro.
 


Sanctae Perpetua et Felicitas, orate pro nobis.
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miércoles, 9 de marzo de 2011

Correo recibido: Cuando un moralista escribe a pedido sobre lo que no sabe

En el año de 1985 el profesor de la Universidad de Bonn, Günther Jakobs, introdujo el concepto de derecho penal del enemigo (Feindstrafrecht).
El derecho penal es el conjunto de normas jurídicas que regulan la potestad punitiva, asociando a hechos, determinados por la ley, una pena, medida de seguridad o corrección como consecuencia. 
A partir del aporte de Carl Schnitt, se entiende por enemigo (político) a un grupo humano que se opone abiertamente o hace peligrar públicamente a otro grupo. 
El denominado derecho penal del enemigo se caracteriza por aplicar al grupo enemigo una sanción desproporcionada y por relativizar los derechos y garantías de justa defensa que tiene todo acusado. Es usual que este derecho penal venga acompañado de una política de discurso populachero (völkisch), que alimenta y resalta los peores prejuicios, para estimular públicamente la identificación y el ataque alevoso al enemigo de turno. 
D. José María Iraburu, la entrada en su blog referida a los “filo-lefebvrianos”
http://infocatolica.com/blog/reforma.php/1103051053-126-filo-lefebvrianos-i#comments, ha identificado al grupo enemigo de turno. A partir de su concepto de “filo-lefebvriano”, deliberadamente oscuro, y con un matiz despectivo, ha señalado la presa a sus perros de caza. Y así ha logrado reforzar la cohesión de su grupo (los llama: “infocatólicos”) por medio del menosprecio de otros colectivos (los designa: “lefebvrianos” y “filo-lefebvrianos”).
Luego de identificar al grupo enemigo, mediante el discurso populachero, se ha dedicado a estimular el linchamiento del principal grupo hostil. Y para eso ha contado con la cooperación activa del director del portal, Luis Fernando Pérez y de José Miguel Arráiz. El primero, ha colaborado con la censura sistemática de los objetores más lúcidos, mientras ha dejado expresarse con gran libertad a los más exaltados y menos inteligentes, para reforzar así los peores prejuicios; y el segundo, ha completado la faena, dando rienda suelta a la calumnia colectiva, y al matonismo bolivariano que lo caracteriza. 
Es digno de elogio, frente a tanta estupidez infocatolica, la nobleza y el coraje del P. Angel David Martín Rubio,
que ha dado derecho a réplica a uno de sus lectores refrendando su opinión.
Un Curiacio.

Nota desde la Roca del Grifo: Si bien podemos estar más o menos de acuerdo con algún postulado del artículo del P. Iraburu, nos parece que se hace una generalización totalmente injusta. Por otro lado, la lógica de este reputado moralista, al meterse en un terreno que claramente no conoce, queda en evidencia en los comentarios cuando, tras recibir objeciones de tenor de comentaristas como "Martin Ellingham", no le queda más que recurrir a un argumento de autoridad, sacando de contexto opiniones de Juan Pablo II o Benedicto XVI para apoyar las propias.

Varias veces me he topado con el lefebvrismo como ideología, pero en cuanto a Mons. Lefebvre, debo decir en su beneficio que, habiendo requerido en numerosas oportunidades que se le someta a juicio canónico o, al menos, a una disputa teológica pública, nadie le hizo caso y, con el mayor desprecio, se lo castigó con total dureza.

Las similitudes con otros casos de la historia, algunos de ellos de verdaderos santos, son más que evidentes y dan por tierra con argumentos de autoridad como los utilizados por el P. Iraburu en los comentarios de dicho artículo en el portal Infocatólica.

Si vamos a utilizar argumentos de autoridad, hablemos de Teología y con el método de la Teología. Si vamos a hablar de cánones, discutamos Derecho Canónico y analicemos el caso con el método propio de esta rama del Derecho. Pero si vamos a hablar desde la Etica, utilicemos el método de la Etica. Sino, es hacer trampa.


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jueves, 3 de marzo de 2011

Castellanianas: A 30 años de su fallecimiento


  • Misa in memoriam en la iglesia de San Ignacio (Bolívar y Alsina, Ciudad de Buenos Aires) el martes 15 de marzo a las 19.00 hs.
  • Conferencia a cargo del Dr. Jorge N. Ferro en la nueva Librería "Leonardo Castellani" (Bartolomé Mitre 2162, Ciudad de Buenos Aires) el jueves 17 de marzo a las 19.30 hs.



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