Ayer tenía que hacer un trámite por el Microcentro y —como hacía cuando trabajaba por ahí hace añares— pasé un rato por la Catedral para rezar 5 minutos frente al Santísimo. Primero me encontré con unos fierros a modo de barrera en la puerta principal que obligaban a entrar por los costados. Agarré por la nave lateral derecha y pasando vi que habían modificado todas las capillas laterales. Los santos habían sido arrancados de sitiales en los que habían estado por décadas sino siglos, y reemplazados por otras imágenes más "populares", de mala calidad y pobremente entronizados (a veces, simplemente apoyados sobre el altar). La capilla del Santísimo, ahora oculta tras una cortina sucia, tiene una mesa berreta como altar y una vitrina de acrílico donde debería estar expuesto el Sacramento (que, obviamente, no estaba), y dos farolitos a pila como cirios. La "famosa" custodia gigante del Congreso Eucarístico del '34 que antes estaba en esa capilla también está desaparecida. Recé igual ante el sagrario y salí rápidamente por donde había entrado, sin mirar hacia el Museo Bergoglio que me imagino tan berreta, de mal gusto y espantoso como toda lo que baja de ahí. Signo de los tiempos que corren...
