martes, 31 de marzo de 2009

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lunes, 30 de marzo de 2009

¿Existió la Cristiandad?

Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. En aquella época la eficacia propia de la sabiduría cristiana y su virtud divina habían penetrado en las leyes, en las instituciones, en la moral de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad. La religión fundada por Jesucristo se veía colocada firmemente en el grado de honor que le corresponde, y florecía en todas partes gracias a la adhesión benévola de los gobernantes y a la tutela legítima de los magistrados. El sacerdocio y el imperio vivían unidos en mutua concordia y amistoso consorcio de voluntades. Organizado de este modo, el Estado produjo bienes superiores a toda esperanza. Todavía subsiste la memoria de estos beneficios, y quedará vigente en innumerables monumentos históricos, que ninguna corruptora habilidad de los adversarios podrá desvirtuar u oscurecer.
León XIII,
Carta encíclica ‘Inmortale Dei
n. 9.


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viernes, 27 de marzo de 2009

El sitio de Gondor

“El orden humano entero se derrumba sobre su base. El Anticristo es aún el único que lo sabe, el único que prevé el cataclismo perturbador del ‘reverso de valores’ que se está produciendo, porque si la totalidad del pasado humano dependió de la certeza de que Dios existe, la totalidad del futuro debe depender sobre la certeza contraria, que Dios no existe…

“¿Hemos comprendido al final? Esto no es seguro ya que el anuncio de un cataclismo de tal magnitud en forma ordinaria deja una única vía de escape: descreer de él, y para no creer, rehusarse a entenderlo. Si Nietzsche habla con franqueza, es el mismo fundamento de la vida humana el que debe ser derrumbado…

“‘Aquél que será un creador, tanto de bien como de mal, primero debe saber cómo destruir y arruinar valores’ (escribe Nietzsche). Están, de hecho, siendo arruinados a nuestro alrededor, y bajo nuestros propios pies, en todos lados. Hemos dejado de contar el número de teorías jamás escuchadas que se nos arrojan bajo nombres tan variados como sus métodos de pensamiento, cada una el anuncio de una nueva verdad que promete crear en breve, ocupándose de prepararlo, el mundo feliz y alegre del mañana aniquilando primero el mundo de hoy…

“Dado que los hombres se han rehusado a servir a Dios, no existe más un árbitro entre ellos y el Estado que los domina. No es ya Dios sino el Estado el que los juzga. ¿Pero quién, entonces, juzgará al Estado?”

Étienne Gilson,
“Los horrores del año 2000”
(Terrors of the Year 2000 [Toronto: 1949])

“Dado que la civilización que ha sido debilitada, y está hoy en peligro de subversión total, es una civilización cristiana, construida sobre los valores espirituales y las ideas religiosas de San Agustín y los suyos; su adversario no es simplemente la barbarie de pueblos extraños que permanecen en un nivel cultural inferior, sino nuevos poderes armados con todos los recursos de la técnica científica, que están inspirados por un rudo deseo de poder, que no reconoce ley más que la de su propia fuerza.”

“Así, la situación que los cristianos enfrentamos hoy tiene más en común con la descripta por el autor del Apocalipsis que con la de los tiempos de San Agustín. El mundo es fuerte y tiene sus amos malignos. Pero estos amos no son viciosos autócratas como Nerón o Domiciano. Son los ingenieros de los mecanismos del poder mundial: un mecanismo que es más formidable que cualquier cosa que el mundo antiguo conociera, porque no está confinado a los medios externos, como los despotismos del pasado, sino que recurre a todos los medios de la moderna psicología para hacer del alma humana el motor para sus propósitos dinámicos.”

“...Separado del apetito y la pasión individual, y exaltado… en una esfera en la cual todos los valores morales se confunden y transforman. Los grandes terroristas… no han sido hombres inmorales, sino rígidos puritanos que hicieron el mal fríamente, por principios.”

Christopher Dawson,
“El juicio de las naciones”
(The Judgment of the Nations [New York: 1942])

“El juicio anunciado por el Señor Jesús se refiere sobre todo a la destrucción de Jerusalén en el año 70. Pero la amenaza de juicio nos atañe también a nosotros, a la Iglesia en Europa, a Europa y a Occidente en general. Con este evangelio, el Señor nos dirige también a nosotros las palabras que en el Apocalipsis dirigió a la Iglesia de Éfeso: ‘Arrepiéntete. ...Si no, iré donde ti y cambiaré de su lugar tu candelero’ (Ap. 2, 5). También a nosotros nos pueden quitar la luz; por eso, debemos dejar que resuene con toda su seriedad en nuestra alma esa amonestación, diciendo al mismo tiempo al Señor: ‘Ayúdanos a convertirnos. Concédenos a todos la gracia de una verdadera renovación. No permitas que se apague tu luz entre nosotros. Afianza nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor, para que podamos dar frutos buenos’.”

Benedicto XVI,
homilía del 2 de octubre de 2005
en la apertura del sínodo eucarístico en Roma


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jueves, 26 de marzo de 2009

Hoy como ayer


Je jure à Dieu Tout-Puissant d'être obéissant et fidèle
à mon souverain, le Pontife Romain, Notre Très Saint Père
le Pape Pie IX, et à ses légitimes successeurs.
Je jure de le servir avec honneur et fidélité et de sacrifier
ma vie même pour la défense de sa personnalité auguste et sacrée,
pour le maintien de sa souveraineté et pour le maintien de ses droits.


Fotografía de los hermanos Charette de la Contrie, sobrinos nietos del famoso general vandeano. En el centro, Athanase (mayor de los Zuavos Pontificios); a su izquierda, Alain (subteniente de los Zuavos), y a la derecha, Ferdinand (soldado raso). A la izquierda de los tres, Louis (mariscal de los Dragones Pontificios). [Tomada del excelente sitio francés Military Photos.]


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miércoles, 25 de marzo de 2009

Aviso

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lunes, 23 de marzo de 2009

Conspirando

Tal vez sí somos conspiradores. Y nuestra conspiración se extienda más allá de lo internacional hacia la esfera celestial; conspiramos con las estrellas; conspiramos con esos espíritus que habitan en el aire no sólo en sus libros sino en las verdades vivas que son menos una doctrina y un dogma que un destello de luz. Uno podría tener compañía mucho peor. Oh co-conspiradores de todas las edades: ¡Odiseo, gran provisor! ¡Sócrates, compañero corruptor de la juventud! ¡César y Eneas, ustedes amantes latinos! ¡Moisés y San Pablo, derribados por Dios! ¡Rolando, tú caballero! ¡Chaucer, débonnaire, y todos nuestros peregrinos compañeros! ¡Caballero de la triste figura! ¡Oh dulce príncipe! Que todos vosotros sigáis con nosotros.

Dennis Quinn, Ph.D.,
Educación por las musas.
Conferencia ante la Universidad de Kansas
el 13 de septiembre de 1977.




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viernes, 20 de marzo de 2009

Se olerá en el aire, como las tormentas


La Venida Segunda es imprevisible y es previsible a la vez... Es imprevisible desde lejos y en cuanto al tiempo exacto; pero a medida que se aproxime se irá haciendo... no diré cierta, pero sí, como dicen, «inminente». Se olerá en el aire, como las tormentas; pero no por todos, ciertamente, sino por muy pocos.

R.P. Leonardo Castellani,
Los papeles de Benjamín Benavides



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jueves, 19 de marzo de 2009

The scouring of the Shire

...Nos preocupa principalmente la actual penuria, y la gran penuria de las cosas que se viene, a diferencia de los símbolos de las cosas para los cuales no hay penuria, sino abundancia. La principal conclusión acerca de este estado es que estamos viviendo a costas del capital.

...La embriaguez, como tal, es un consumo agotando una producción. Por el momento es una vida a costas del capital inconsciente de sí misma. Y así como Inglaterra tuvo un espasmo de prosperidad luego de las guerras napoleónicas, del mismo modo los Estados Unidos tienen su espasmo de prosperidad al usar el capital como si fuese un ingreso—el pecado casi excusable del Hijo Pródigo.

[...]

Este escritor ve algo similar a esta prosperidad pródiga en la reciente producción mecánica de arte. El gramófono se ha extendido de forma asesina y suicida a costas de las obras maestras que nos legaron los siglos pasados. El cine ha saturado a los adolescentes con miles de piezas de literatura de ficción y dramática. En la música y en la literatura, como en la pintura y la escultura, existe poco espacio para robar y malgastar. Hemos vivido a costas del capital. Hemos consumido; y estamos produciendo poco o nada para que nuestros hijos consuman. Icabod.

--R.P. Vincent McNabb O.P.,
Nazareth or social chaos
(Londres: Burns, Oates & Washbourne, 1933).


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miércoles, 18 de marzo de 2009

El riesgo de la certeza


Se dice que el cristianismo, para sobrevivir, debe mirar el mundo moderno, debe entenderse con la forma en que las cosas son en el sentido del fluir actual de las cosas. Es justo todo lo contrario: para sobrevivir, debemos mirar el cristianismo. La fuerza reaccionaria más fuerte que impide el progreso es el culto mismo del progreso, lo cual, desconectado de nuestras raíces, hace el crecimiento imposible y la elección innecesaria. Respiramos el fluir cansado, casi inexorable, del calor pegajoso de una incertidumbre absoluta. Donde nada es verdad, o correcto o erróneo, no existen los problemas; donde la vida no tiene sentido, estamos liberados de la responsabilidad, del mismo modo que un esclavo o un parásito es libre. La futilidad produce el descuido, contra lo que se alza la dura alternativa: contra la incertidumbre radical en la cual vive el hombre moderno —como en un juego de ruleta rusa, detenidos en el descuidado “ahora” entre el gatillar y la explosión, viviendo la dulce gracia de las recámaras vacías— está el riesgo de la certeza.

—John Senior, Ph.D.,

The death of Christian culture;

con prólogo de Andrew Senior

e introducción de David Allen White

(Norfolk, VA: IHS Press, 2008)





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martes, 17 de marzo de 2009

Algunos textos de hoy para comprender lo que está sucediendo

De La Cigüeña de la Torre:

Son ya demasiadas las contradicciones, los desmentidos, el hoy digo cuando ayer fue Diego. Con evidente regocijo de todos los enemigos de la Iglesia. Jamás se había visto nada semejante. La Iglesia de las certezas quieren algunos que pase a ser la Iglesia de las dudas. Donde todo vale. Lo blanco y lo negro.

La moral a la carta, la renuncia de los principios, el todo vale según convenga se está imponiendo de hecho. O lo intentan algunos. El resultado es que se cuartean los muros de la fortaleza. Y algunos están encantados. La verdad ya no está en la Iglesia. Unos dicen una cosa y otros la contraria. Los obispos se enfrentan a los obispos. Si todo reino dividido perecerá los hay que ya están descorchando el champagne.

De Pietro De Marco en L’Espresso:

Colpiscono, non positivamente, i modi della reazione di alcuni episcopati alla revoca della scomunica ai vescovi della Fraternità. Viene da chiedere: di fronte a quali loro indiscutibili ricchezze certi episcopati pensano che si possa “lasciare andare alla deriva” il patrimonio di fervore, carismi e probabilmente santità, “quell’amore per Cristo e volontà di annunciare Lui, e con Lui il Dio vivente”, racchiuso (magari a rischio di restarvi congelato) negli uomini e nelle donne della Fraternità di San Pio X? Si deve dire con franchezza che alcune gerarchie nazionali meglio farebbero ad analizzare le proprie drammatiche incapacità di affrontare il presente: la loro tolleranza, o impotenza, verso teologie devianti e programmatici abusi disciplinari e liturgici, come verso la permeabilità di cleri e laicati qualificati a ideologie e politiche secolarizzanti.

È forse la difficoltà, la dolorosità, di questa analisi per molte élite cattoliche mondiali che le spinge, con un meccanismo tipico dell’intelligencija di ogni epoca, a isolare un gruppo come la Fraternità “al quale – scrive il papa – non riservare alcuna tolleranza; contro il quale poter scagliarsi tranquillamente (ruhig) con odio”. Un capro espiatorio tabuizzato, che non può essere avvicinato, neppure dal papa, senza divenire immondi agli occhi di quella stessa intelligencija.

La domanda provocatoria, elevata dai critici contro Joseph Ratzinger: “Ci dica il papa se dobbiamo ancora seguire il Concilio o ritornare alla Chiesa del passato”, è una conferma di questa “vittimizzazione” (nel senso di René Girard) del preconcilio e dei suoi difensori. Ma che i segni preferenziali per la selezione della vittima espiatoria siano il catechismo di Pio X o la messa tridentina, indica quanta falsa scienza sottende la violenza e il disprezzo di cui sono stati fatti oggetto i membri della Fraternità. Girard sostiene, infatti, che il meccanismo del capro espiatorio funziona come “una falsa scienza, una grande scoperta, una rivelazione”.

Nella recente vicenda il disprezzo vittimizzatore ha trovato un pretesto da manuale nella “deformità odiosa” oggettivamente riscontrabile su alcuni, il “negazionismo”. Su questo solo una glossa: sarà istruttivo vedere come reagiranno da ora in poi i protagonisti del “crucifige” contro il vescovo Williamson di fronte al negazionismo strisciante, e neppur tanto nascosto, dell’intelligencija mondiale anti-israeliana.

Y Cantuale Antonianum comenta:

Riprendendo le note teorie di René Girard sul "capro espiatorio" e "la violenza che tenta di esorcizzare il male producendolo", De Marco si spinge a sottolineare che questo comportamento non-cristiano si è spesso prodotto nel rinnegare il proprio passato, fino a trovare nei tradizionisti il capro espiatorio da eliminare, perchè continua a rammentare quel passato che si vuole estinguere.

Qui potest capere capiat. (Jn XIX,12)


Speravit anima mea in Domino
magis quam custodes auroram.

Magis quam custodes auroram
speret Israel in Domino,
quia apud Dominum misericordia,
et copiosa apud eum redemptio.

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lunes, 16 de marzo de 2009

Aprendiendo de la tierra: En la escuela de San Benito

Por el hermano Philip Anderson, OSB, prior del Monasterio de Nuestra Señora de la Anunciación, Clear Creek, Oklahoma.

Febrero de 2009.


Querido amigo,

Mientras ingresamos a la Cuaresma—dejando atrás los esplendores de Navidad y encaminándonos hacia ese otro polo del año litúrgico que es la Pascua—descubrimos que la gran simplicidad y sobriedad de este tiempo del año es propicio para la meditación acerca del lugar apropiado del hombre en la universo como guardián de la creación.

Desde hace ya muchos años, la ecología ha despertado mucho interés, no sólo respecto a las decisiones prácticas inmediatas que deben tomar los gobiernos y las empresas, sino también como un tópico de discusión en un contexto cultural más amplio. Nuestros contemporáneos parecen experimentar una alienación creciente respecto a la naturaleza y una necesidad de “reconectarse” de alguna forma con la tierra, mientras que los científicos continúan señalando signos de que el equilibrio ecológico del mundo natural está siendo seriamente comprometido por los excesos de nuestra tecnología.

La Iglesia también ha participado de la discusión. El Santo Padre recientemente aludió a estas cuestiones en un discurso a los miembros de la Curia Romana (22 de diciembre de 2008):

“Dado que la fe en el Creador es una parte esencial del credo cristiano, la Iglesia no puede y no debe limitarse a pasar a los fieles el mensaje de la salvación únicamente. Ella tiene una responsabilidad hacia la creación, y debe también hacer pública esta responsabilidad. Al hacerlo, no sólo debe defender la tierra, el agua y el aire como dones de la creación que nos pertenecen a todos. Ella debe también proteger al hombre de su propia autodestrucción.”

¿Qué tiene para decir acerca de esta relación esencial con la creación la gran tradición monástica desde San Benito?

De hecho, para los hombres y las mujeres que vivían en los tiempos de San Benito, la pregunta hubiese tenido poco significado. La vasta mayoría de los seres humanos vivían entonces en áreas rurales, y para ellos la vida estaba íntima y necesariamente conectada al ritmo de la naturaleza. Las actividades del día eran programadas de acuerdo con las horas de luz solar. El año estaba organizado según las distintas estaciones en que encontraban apropiado tiempo la siembra, la cosecha y toda otra tarea importante. En un mundo tal, excepto el caso de pocas personas muy ricas en las grandes ciudades, era casi imposible desconectarse del ritmo de la creación.

Sin embargo, existe bastante en la sabiduría de San Benito que habla a nuestras necesidades presentes en términos de regresar a una vida más sabia, una vida cercana a la tierra.

Uno de los pilares de la Regla es la pobreza evangélica. No habría crisis económica hoy en el mundo, ni amenaza ecológica, si no fuese por el mal causado por la avaricia. La pobreza monástica significa estar satisfecho con las cosas simples que sostienen la existencia humana en su bondad inherente. Esta pobreza permite al hombre vivir en harmonía con el campo y el bosque, sin sentir la necesidad de arrancar brutalmente a la tierra de sus recursos para obtener una ganancia inmediata. Aunque la realidad económica de los Estados Unidos se ha hecho crecientemente compleja en nuestro tiempo, es posible aún recapturar la pobreza de tipo gozoso. No estamos hablando de la trágica miseria de los desesperadamente pobres, sin o una actitud enraizada en la fe cristiana. “Lo pequeño es hermoso: La economía como si la gente importase” de E.F. Schumacher (primera edición de 1973) ofrece algunas reflexiones que parecen más oportunas que lo que alguna vez fueron. Otro trabajo importante, “Emigrad al campo: Los papeles fundadores del Movimiento Católico de la Tierra”, con prefacio de Hilaire Belloc, grafica una forma adelantada en términos de una explícita perspectiva católica.

Por supuesto que el gran corolario de la pobreza evangélica y monástica es el trabajo, especialmente el trabajo manual. Ora et Labora (“reza y trabaja”) es frecuentemente considerado el lema benedictino. Los primerísimos monjes encontraro

n que este trabajo realizado con las manos de uno era algo necesario para poder rezar bien. Algunas veces llegarían a quemar todas las canastas que habían tejido a lo largo del año—no teniendo que venderlas para hacer dinero—y comenzar nuevamente desde cero, ¡simplemente porque la actividad era buena para el cuerpo y la mente! San Pablo trabajaba con sus manos, incluso aunque podía vivir de su predicación del Evangelio. El trabajo manual es una forma excelente de ponernos de nuevo en contacto con la maravilla y la belleza de la creación, a pesar que desde la Caída el hombre debe ganar el pan con “el sudor de su frente” entre espinas y piedras (Gn. 3, 18-19).

En Clear Creek ejercitamos muchas formas de trabajo manual, incluyendo la carpintería, la forja y la construcción, sin mencionar aquellas actividades domésticas tales como la cocina y la fabricación de ropa y zapatos. En términos de nuestra relación directa con la tierra, la actividad más notable es probablemente la que involucra a nuestro bosque, compuesto principalmente de varias clases de robles. Durante muchos años, gracias a un subvención del Programa de Investigación y Educación en Agricultura Sostenible, hemos trabajado en mejorar nuestra tierra limpiando el bosque de árboles enfermos, ayudando a que ingrese más luz del sol. Esto permite que crezcan ciertos pastos, que a su vez ofrecen nuevas pasturas para nuestras ovejas de pelo salvaje. Pretendemos traer cabras así como limpiar el terreno de malezas y

arbustos indeseables. También hemos plantado muchos árboles, especialmente pinos. Los monjes aprenden más de una lección de la tierra.

Sin embargo, no serviría para nada sin algo más. El autor y estadista francés, André Malraux, dijo una frase famosa, “el siglo XX será espiritual o no será”. Incluso si se evitar una conflagración nuclear—y la amenaza no ha desparecido de manera alguna—tomará más de una forma de “consciencia global” preservar los recursos naturales del mundo. He aquí donde la otra mitad del lema de San Benito, Ora (“reza”), entra en la foto.

De entre los animales del bosque sólo uno es capaz de arruinar todo, el que camina erguido, el mismo que Dios nombró pastor de toda la creación en el inicio. Es la lucha espiritual entre el bien y el mal en su corazón lo que hace que el hombre se preocupe por la creación, o la destruya. Esto es lo que el Papa Benedicto XVI quiere decir cuando en su discurso a la Curia Romana el último diciembre pronunció, “lo que se necesita es algo como una ecología humana, correctamente entendida”. Es a través de la oración que descubrimos la ecología humana, trascendiendo los recursos limitados del medio natural.

Entre los dichos algo románticos de los citadinos, que sueñan con mudarse al campo para comenzar una nueva vida, y la dura realidad de tener que ganarse el pan de cada día de una tierra que se ha revelado al hombre pecador, existe ciertamente un ancho margen, que es también un desafío serio. ¿Pero tenemos realmente otra opción?

El bien conocido autor y educador católico, John Senior, estaba una vez dando una charla a un pequeño grupo de adultos acerca de esta misma idea de escapar de los excesos de una civilización debilitada por la tecnología. Mientras decía algo acerca del efecto de la “natación real” en el océano y los lagos—o más modestamente en el “viejo pozo”—un veterano que estaba entre los oyentes trajo a colación la objeción de que “solíamos perder a unos pocos en el ‘viejo pozo’…” Mirando al hombre a los ojos, Senior replicó, “sí, pero los estamos

perdiendo a todos en la pileta”.

La vida monástica no atesora la llave para destrabar todos los problemas del mundo, pero una lectura seria de la Regla de San Benito puede ser la inspiración, no sólo para los monjes, sino también para todos aquéllos que viven fuera de los muros del monasterio. Esto es especialmente verdad por su precioso sentido del equilibrio, en cuanto a organizar las cosas entre los polos de la oración y el trabajo. Es nuestra esperanza que el monasterio de Nuestra Señora de Clear Creek, viviendo la Regla, pueda ayudar a muchos a recapturar el gozo de una existencia humana enraizada en la fe—y el realismo no tan común del sentido común.

Que Nuestra Señora de la Anunciación te obtenga abundancia de bendiciones celestiales.


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sábado, 14 de marzo de 2009

¿Laicismo o idolatría?

Los poderes mundiales están embriagados de la sangre de los mártires y sobre ellos ha descansado la gran ciudad. El poder político orgulloso, no cristiano, ha sido siempre anticristiano. Y ahora lo es también. Descristianiza y hace idolatrar como algo absoluto y definitivo lo humano, mediante un humanismo idolátrico y antiteístico ante el cual sucumbe —como un Molok ante el cual se hacían sacrificios humanos— la existencia reconocida de la persona individual y su libertad de albedrío. …

— Francisco Canals Vidal,
Mundo histórico y Reino de Dios
(Barcelona: Ediciones Scire, 2005).


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viernes, 13 de marzo de 2009

Diferencia esencial de la situación presente

“Aquéllos que, para excusar los desórdenes de nuestro tiempo, buscan en el pasado ejemplos de desorden, olvidan que entonces existía en las costumbres o en la administración, y que, en nuestros días, está en las leyes, y que jamás hay desorden (verdaderamente duradero) que temer más que el que está consagrado por la legislación. La vergüenza de nuestro tiempo es que el mal ha sido codificado e incluso se ha llevado a la práctica con método y regularidad.”

--Louis de Bonald

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jueves, 12 de marzo de 2009

La última prueba de la Iglesia

[Catecismo de la Iglesia Católica]

675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el “Misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne.

676 Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo, sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, “intrínsecamente perverso”.

677 La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección. El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal que hará descender desde el Cielo a su Esposa. El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa.



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