Aprendíamos en el colegio que la menor distancia entre dos puntos es una línea recta... Pero he comprobado, una vez más, que esa "ley" no se aplica en la Argentina. Al menos no cuando se refiere al transporte. Intentar conseguir un vuelo por Aerolíneas Argentinas a una capital provincial es misión imposible. Excepto las más grandes, para el resto hay un vuelo cada dos o tres días, y en los horarios más inverosímiles. Si uno quisiera viajar, por ejemplo, entre Paraná y Catamarca, lo más seguro es que Despegar.com o la página de Aerolíneas (cuando funciona) te consiga una combinación cuya duración total sea de 14 horas... ¡10 horas de espera en algún aeropuerto (una pista con un galpón al lado) en el medio de ningún lado! Y eso si podés hacer coincidir los días de los vuelos. Pero, entonces, te preguntás si podés tomar algún micro... Lo más probable es que tengas que tomar uno a Santa Fe y de ahí a Córdoba y recién en Córdoba conseguir uno a Catamarca... un lechero que para en cinco pueblos. Tiempo total del viaje: 26 horas. Y mejor que no tengas que ir desde Mendoza o San Juan, porque lo más probable es que tengas que hacer una parábola ya que no existen caminos directos (caminos en condiciones para que transite un micro de larga distancia, me refiero). Hace dos años me pasó lo mismo con Aerolíneas. Desde Buenos Aires hasta una capital provincial sólo había dos vuelos por semana. En ese entonces tenía un amigo en la empresa estatizada por los K que me comentó que eso se debía a que no era rentable.
Una de dos: Si las empresas del Estado van a prestar únicamente servicios rentables, no tienen ninguna razón de ser y lo mejor es que las privaticen. En todo el mundo, el Estado interviene en transporte únicamente para prestar servicios "no rentables" (en el corto plazo), pero que —en el largo plazo— generan externalidades positivas. EE.UU., Gran Bretaña, Suiza o Alemania son ejemplos de ello. Saben muy bien que una población homogéneamente distribuida en el territorio es una "inversión" a largo plazo y que, por el contrario, una población concentrada en megalópolis es causa de gravísimos problemas (y enormes gastos).
En países como los nuestros, donde por obvias razones el empresariado (tanto nacional como internacional) es cortoplacista, no queda otra que la inversión estatal (mejor si es indirecta que directamente); pero no para manejar "empresas rentables" (función que el Estado no tiene y que, a la larga o a la corta, sólo es causa de corrupción) sino para ocuparse de lo que no es rentable (en el corto plazo). Acá se hace todo al revés.