lunes, 13 de abril de 2009

Et audi vi unum de quattuor animalibus dicens tamquam voce tonitrui: “Veni”

La peste del dengue, una enfermedad ya no del Tercer Mundo sino del Cuarto, ha llegado para quedarse según reconoció la Ministra de Salud. En un primer momento quiso culparse a Paraguay, Brasil o Bolivia, pero hoy está confirmado que hay varios casos autóctonos en medio país. Pero lo que está quedando claro, también, es que el dengue es el regalo que nos deja el matrimonio Kirchner y su modelo de pobreza administrada. Y no sólo los K, sino toda esta clase política, esta oligarquía democacarática, que nos (des) gobierna.

En la Provincia de Chaco, una de las tres más pobres del país, Jorge Milton Capitanich, salido del mismo riñón presidencial (y vínculo del matrimonio presidencial con il padrino Duhalde y la nefasta Unión Industrial), ha recorrido la localidad de Charata (la que más casos de dengue concentra), a las 2 de la mañana --no se sabe si porque no quería encontrar a los vecinos enojados (el gobierno provincial tardó preciosas semanas en declarar la emergencia) o porque, como también trascendió, le habían dicho que a esa hora el mosquito (vector) no pica.

Qué diferencia con los gobernantes legítimos de otros tiempos; aquéllos cuya suerte se jugaba con el destino de sus súbditos y gobernados. Por el contrario, la oligarquía partidocrática que nos subyuga rara vez sigue la suerte de sus esclavos; pues dedican sus muchos o pocos años de ejercicio a asegurar su futuro y el de sus hijos, adquiriendo propiedades en los barrios más caros de la Argentina (Puerto Madero, Recoleta y los country clubs más caros de Buenos Aires y las provincias están llenos de funcionarios o legisladores de bajo perfil, o ex-políticos caídos en desgracia)... o el exterior.; y convirtiendo sus provincias de origen en meros "cotos de caza" o explotaciones monopólicas que les asegurarán la subsistencia por varias generaciones. En cualquier provincia es vox pópuli la propiedad de los principales diarios, canales de televisión, estaciones de radio, empresas de servicios públicos, concesionarios de obras públicas y un lamentablemente largo etcétera.

Qué refrescante leer que no siempre fue así.

Si el país está pobre, vivan pobremente hasta los ministros, hasta el mismo rey, que debe acordarse de don Enrique el Doliente. Si el rey es el primero en dar gran ejemplo, todo será llano; suprimir ministerios y reducir provincias, y disminuir empleos, y moralizar la administración, al propio tiempo que se fomente la agricultura, se proteja la industria y aliente el comercio...


O témpora, o mores.


 

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