sábado, 11 de abril de 2015

Panfleto de historia ficción

Recientemente se publicó Ni yanquis ni marxistas, peronistas, lleno de errores, medias verdades, citas parciales y especialmente elegidas para encajar con el mito "rosa" que se pretende crear del Viejo Vizcacha. 

Me interesan especialmente aquellos apartados que se refieren a la quema de las Iglesias por parte de las hordas peronistas. El autor miente descaradamente a cada párrafo... contradiciendo al mismo Perón que, al menos en un par de reportajes, reconoció que los incendiarios habían sido peronistas. 

Pero, entre otras barbaridades, el autor del panfleto llega a decir que la Iglesia creó los Círculos Católicos de Obreros para robarle a Perón la clase obrera. El panfletario podría haber investigado un poco. Los CCO argentinos fueron creados por el sacerdote redentorista alemán Federico Grote en 1892 sobre una base de una estructura anterior que tenía casi una década surgida en el seno de la Asociación Católica de Estrada en conjunción con las Conferencias Vicentinas (Sociedad de San Vicente de Paúl), pero con la organización que dicho sacerdote había visto tener éxito en Europa. 

Es más, un primer soporte obrero de Perón fueron los sindicatos no marxistas que habían surgido en las reuniones de los CCO, que eran parte de la llamada Liga Demócrata Cristiana (democracia cristiana en el sentido de León XIII, es decir "social", no política). Esos llamados "sindicatos nacionalistas", que habían adoptado el lema de los CCO, "Dios, Patria, Hogar", serán los que, con sectores radicales y fresquistas fundarán en 1947 el Partido Peronista. Así que, en todo caso, fue Perón —mediante el engaño, la eliminación de dirigentes sindicales opositores, la infiltración, los errores de los obispos asustados por el miedo "rojo", etc.— el que le "robó" la clase obrera a la Iglesia. 

Adjunto fotografía del entonces coronel Juan D. Perón, antes de las elecciones de 1946 que lo llevarían al poder, en un discurso ante la Federación de Círculos Católicos de Obreros, cuando decía seguir la doctrina socialcristiana (la que jamás conoció en profundidad). 



 

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