lunes, 1 de marzo de 2010

Un respuesta a alguien que no debería opinar sobre lo que no sabe

El terremoto portugués de 1755 fue considerado en ese momento, tanto por los teólogos como por la gente sencilla, como un castigo de Dios por las reformas de José I, continuadas y profundizadas por el Marqués de Pombal (premier desde unos años antes), o -incluso- por las cláusulas secretas del Tratado de Methuen. Tanto impacto tuvo en la Europa del tiempo que Voltaire y otros ilustrados dedicaron bastantes páginas a "interpretarlo" y calmar las conciencias de sus seguidores.

 

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