Los otros días vi la película "Silencio" de Scorsese. Una película que de tanta mala leche te deja un sabor agrio y una gran desazón.
Pero he aquí una excelente noticia para contraponerla a aquélla. ¡Bendito sea Dios! Ya tenemos un samurai y daimyo, San Justo Takayama, intercediendo por nosotros en el Cielo. Su historia es muy linda y merecería sí una película.