Loris Zanatta, “Esplendor y caída del sueño bolchevique”, La Nación, 8 de febrero de 2017.
Aunque el autor diga que "La revolución bolchevique... murió hace mucho tiempo, enterrada por aquellos mismos que la vivieron o la sufrieron: los soviéticos", está claro que, por lo mismo que dice al final, por su cariz religioso (ateo, pero religioso), no puede morir: "...la revolución bolchevique prometió la utopía, señaló un futuro feliz, anunció un mundo libre del mal, la injusticia, el dolor, donde el bien y la justicia triunfarían. En esto residía su inmensa fuerza y en esto hacen hincapié todavía las nuevas generaciones que la mitifican; la misma fuerza, después de todo, de las grandes religiones, capaces de calentar los corazones indicando el camino hacia la tierra prometida, de sacrificar el presente a un futuro de salvación, la materia al espíritu, los intereses al heroísmo."