martes, 18 de abril de 2017

Putin e Israel

El pasado 6 de abril, el Ministerio de Asuntos Externos de la Federación Rusa anunció el formal reconocimiento de Jerusalén Occidental como la capital del Estado de Israel. Es así el único país del mundo que ha visto cumplidas las aspiraciones del este último país. Si aún el gobierno israelí no respondió formalmente, es porque la declaración rusa incluye un eventual compromiso con las declaraciones de la ONU que establecen Jerusalén Oriental como capital de un probable futuro Estado de Palestina. 

Ni siquiera los Estados Unidos reconocen a Jerusalén como capital israelí, aunque Trump habría ordenado estudiar el posible traslado de la embajada estadounidense a la vieja ciudad. 

Desde mayo de 2000, cuando Vladímir Putin llegó al poder en Moscú, es objetivo primordial en las relaciones exteriores rusas el fortalecimiento de los lazos entre ambos países. Entre 2000 y 2014, el comercio bilateral entre Rusia e Israel se triplicó, alcanzando los 3000 millones de dólares. Rusia ha reconocido como "compatriotas" a los más de un millón de inmigrantes rusos que viven en Israel y otorga la doble ciudadanía a los descendientes de rusos que viven este mismo país. Además, la Federación Rusa pagará, a partir de este año, pensiones a ex ciudadanos soviéticos que actualmente residen en Israel, por un monto de 83 millones de dólares; lo que ha causado bastante malestar en Rusia, donde el gobierno se ha negado sistemáticamente a ajustar las jubilaciones por inflación. 

Putin no olvida que fue Israel uno de los pocos países de todo el mundo que no criticó los crímenes de guerra rusos en Chechenia. También en septiembre de 2004, cuando un grupo de terroristas chechenos e ingusetios tomó una escuela en Beslan (Osetia del Norte), resultando en la muerte de 380 rehenes, incluyendo 186 niños, el Estado de Israel invitó a un grupo de 18 niños, y a sus padres, a pasar unas vacaciones junto al Mediterráneo; gesto que fue agradecido públicamente por el presidente ruso. 

En abril de 2005, Putin se convirtió en el primer gobernante ruso en visitar Israel. En junio de 2012, por segunda vez, estuvo allí. El gobierno israelí recibió al líder ruso con toda la pompa y no temió golpear indirectamente a Obama por lo que consideraba una traición de los estadounidenses en su abandono de Medio Oriente. Por su parte, Benjamin Netanyahu, premier israelí, ha viajado muchas más veces a Moscú que a Washington durante la presidencia de Obama. 

El 22 de marzo pasado, cuestionado por los ataques israelíes a Hezbollah en Siria, el canciller ruso Lavrov, aunque visiblemente contrariado, se refirió al "pacto ruso-israelí de cooperación militar en Siria", que no habría sido violado. Jared Kushner, yerno y "asesor senior" de Trump al que se le encargó la gestión de un acuerdo de paz en Israel-Palestina, ha reafirmado que estas negociaciones necesitan de la presencia de "un buen amigo de Israel" como Rusia en la mesa. 

[Mi traducción del último número de "Foreign Affairs".] 

 

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