martes, 23 de noviembre de 2010

Interesante artículo

A pedido de un lector, traduzco el siguiente artículo aparecido en el día de ayer. Mis comentarios próximamente, si puedo.


El diario del vaticano traicionó al Papa

Phil Lawler, 22 de noviembre de 2010

El papa Benedicto no ha cambiado la enseñanza de la Iglesia, ni siquiera ha confiado que estuviera por cambiar. El Santo Padre tampoco ha convocado a un nuevo debate sobre la moralidad de la anticoncepción. Ni siquiera ha sugerido que el uso del condón puede ser moralmente justificable algunas veces.

Sin embargo, millones de personas en todo el mundo creen que el Pontífice cambió la enseñanza de la Iglesia, que abrió a debate la cuestión de la anticoncepción y que ha justificado el uso del condón en algunas circunstancias. ¿Cómo ocurrió esto?

Una vez más, el Papa Benedicto se ha visto mal servido por su equipo de relaciones públicas. En este caso, el periódico vaticano, L’Osservatore Romano tiene casi toda la culpa por este gaffe verdaderamente desastroso.

La subversión del proyecto de un libro emocionante

Las noticias que dominan la cobertura mediática del Vaticano esta semana pueden trazar su origen hasta una entrevista en que el papa Benedicto XVI respondió unas preguntas del periodista alemán Peter Seewald. Esa entrevista fue la base de un nuevo libro emocionante, Luz del Mundo, que será publicado esta semana.

El libro es el tercero de este tándem colaborativo entre el Papa y Seewald. Pero es el primero desde que Benedicto XVI asumió la Cátedra de Pedro, y la noción de que un Pontífice reinante se someta a una entrevista del tamaño de un libro es en sí misma sensacional. Los lectores que esperan algo muy especial de tal libro no se verán defraudados. Luz del Mundo es de hecho sensacional.

Como entrevistador, Seewald trabaja bien. Respetuosa pero insistentemente presionó al Papa para que explique su enseñanza sobre un puñado de temas, muchos de ellos controversiales. El Papa Benedicto, por su parte, se ve cándido y lúcido al presentar sus pensamientos con la claridad simple que hace de él tan buen maestro natural. En Luz del Mundo, el lector encontrará los pensamientos honestos del Pontífice acerca de temas como:

  • La naturaleza de la infalibilidad papal y la autoridad petrina;
  • La razón real detrás del levantamiento de las excomuniones a los obispos tradicionalistas de la Sociedad de San Pío X;
  • Los límites del diálogo con el Islam;
  • La posibilidad de una renuncia papal;
  • El mensaje de Fátima;
  • La vida diaria en un palacio apostólico;
  • Las verdaderas causas del escándalo por abusos sexuales y las perspectivas de reforma.

Sobre cada uno de estos temas, el lector encuentra los dichos del Papa refrescantemente honestos y provocativos. El Santo Padre ofrece cantidad de revelaciones fascinantes, junto a una gran cantidad de reflexiones teológicas profundas. De nuevo, el libro es sensacional.

A aquellos de nosotros que recibimos ejemplares preliminares de Luz del Mundo se nos dijo que el texto estaba bajo un muy estricto embargo. Se nos prohibía citarlo, transcribir partes o, incluso, hacer revelaciones específicas acerca de su contenido hasta su lanzamiento formal esta semana. Esta clase de embargos no son inusuales en el mundo de las editoriales (aunque en este caso la editorial era muy estricta), y los periodistas profesiones los honramos rutinariamente.

Entonces, increíblemente, el propio periódico del Vaticano violó el embargo. Traicionando al editor y quebrando la confianza de todos los demás periodistas que pretendían cumplir sus promesas, L’Osservatore Romano reprodujo un pasaje de la entrevista del Papa. Y no cualquier pasaje. El periódico del Vaticano reprodujo—sin explicación ni comentario aclaratorio—un sapasaje en el cual el Papa Benedicto reflexionaba sobre la posibilidad de que en algunos casos extremos, el impulso a utilizar un condón pueda ser muestra de una chispa de generosidad en una conciencia seriamente corrompida.

Más aún, L’Osservatore rompió el embargo y publicó el fragmento, durante un fin de semana en que el Vaticano estaba felizmente distraído en un consistorio. En un momento en que los líderes de la Iglesia debían estar celebrando una ocasión gozosa—la elevación de veinticuatro miembros al Colegio de Cardenales—altos funcionarios vaticanos se veían en apuros para explicar las palabras del Papa, publicadas prematuramente y fuera de su contexto propio.

El lanzamiento de Luz del Mundo debió haber sido otra ocasión de alegría. Con planeamiento apropiado, el editor hubiese presentado el libro del Papa con una gran campaña de publicidad. Ahora la publicidad—que podría haber ofrecido un retrato preciso y favorable del libro del Papa—se perderá en el tsunami de desinformación que actualmente atraviesa el mundo.

Lo que el Papa dijo—y lo que no dijo

De todos los pasajes que pudo haber adelantado del libro, L’Osservatore Romano eligió un comentario especulativo del Pontífice sobre el uso del condón. Cualquier periodista capaz se habría dado cuenta de antemano que este comentario iba a ser mal comprendido—especialmente si era presentado fuera de contexto.

En el pasaje que publicó L’Osservatore, el Papa Benedicto no estaba cambiando sus afirmaciones anteriores, en las que había dicho que la distribución de condones no es la manera correcta de combatir el SIDA. Sino por el contrario, ¡el Papa estaba defendiendo esta posición! Lejos de retractarse, el Santo Padre estaba explicándose y elaborando sobre ello.

En ese contexto, cuando Seewald lo presiona con una pregunta de si los condones podrían ser recomendables, el Papa contesta:

“Podría existir una base en el caso de algunos individuos, como tal vez cuando un prostituto varón usa condón, donde esto podría ser un primer paso en la dirección de una moralización, una primera asunción de responsabilidad, en el camino hacia recobrar la conciencia de que no todo está permitido y que uno no puede hacer todo lo que quiera. Pero no es realmente la forma de tratar con el mal de la infección de HIV. Esto sólo puede darse realmente en la humanización de la sexualidad.”

Cuando Seewald pide una aclaración, el Papa rápidamente agrega que la Iglesia nunca puede aceptar el uso del condón como “una solución real o moral”.

Nótese que en este ejemplo hipotético, el Papa habla de un “prostituto varón”, presumiblemente involucrado en actos homosexuales. Entonces la cuestión de la anticoncepción—la principal razón tras la oposición de la Iglesia a los condones—es eliminada de la ecuación. Este prostituto está envuelto en actos profundamente inmorales. El Papa no sugiere que el uso de un condón haga de su prostitución algo menos inmoral; sólo dice que al reconocer el imperativo de proteger a su pareja sexual, el prostituto teórico da un pequeño paso hacia un razonamiento moral apropiado.

Aquí el Papa estaba haciendo una observación teórica. No estaba enseñando, sino explicando una postura. No estaba hablando con autoridad—de hecho, antes en el libro, explica porqué nada de lo que el Papa diga en una entrevista debe tenerse como autorizado—sino especulando. Nada en lo que dijo el Papa, o en la forma en que lo dijo, refleja cambio alguno en la enseñanza de la Iglesia.

En su buena exlicación de las palabras del Papa, Janet Smith observaba que “el Santo Padre no está hablando del uso del condón como anticonceptivo o de si reduce la maldad de un acto sexual homosexual; sino que está hablando del estado psicológico de alguien que podría usar un condón”. Para poner los comentarios especulativos del Papa sobre el prostituto varón en su contexto apropiado, Smith ofrece la siguiente analogía propia:

“Si alguien va a robar un banco y está determinado a usar un arma, sería mejor que la persona use un arma sin balas. Reduciría la probabilidad de heridas fatales. Pero no es la tarea de la Iglesia instruir a los ladrones de banco potenciales sobre cómo robar bancos de manera más segura y, de hecho, no es tarea de la Iglesia apoyar programas para proveer a los ladrones potenciales de bancos con armas sin balas.”

Incompetencia periodística

Si “no es tarea de la Iglesia” dar consejos de seguridad a los ladrones de banco y a los prostitutos homosexuales, ¿por qué el Papa ofrece ese ejemplo? En el contexto de una larga conversación, con un entrevistador entendido, es fácil ver cómo el Papa pudo verse tentado ha hacer comentarios especulativos. Pero en las semanas entre el tiempo de la entrevista y la fecha de publicación, ¿nadie en el Vaticano previó la posibilidad de que las palabras del Papa pudiesen ser sacadas de contexto? ¿Ninguna autoridad vaticana vetó el texto de la entrevista para asegurarse que las respuestas del Papa a Seewald no fuesen objeto de confusión y/o mala interpretación? Si esto no fue así, entonces este pontificado sufre ahora de una herida autoinfligida. Con seguridad, cualquier periodista capaz hubiese reconocido el problema potencial, inmediatamente después de leer las palabras del Papa. Cualquiera que conozca el ritmo del debate público diario hubiese podido advertir al Pontífice de que estas sutiles distinciones acerca de la moralidad del uso del condón se perdería entre la prensa secular. Jeff Miller hace una referencia ingeniosa al “factor jengibre”: la tendencia de los periodistas, cuando encuentran la mención de los “condones”, a bloquearse respecto a cualquier otra palabra. Los periodistas seculares, al leer las palabras del Papa en el párrafo anteriormente citado, sólo se preguntarían si el Pontífice está permitiendo la posibilidad del uso del condón, y concluirían que sí. Entonces, inevitablemente, la afirmación del Papa sería vista como una brecha en la enseñanza de la Iglesia.

Sin embargo, fueron los propios periodistas del Vaticano, en L’Osservatore Romano, quienes imprimieron las palabras del Papa sin ninguna presentación o esfuerzo alguno por poner los pensamientos del Pontífice en su contexto. La afirmación del Papa estaba destinada a ser un problema, su publicación prematura por parte del periódico vaticano exacerbó el problema.

En meses pasados, L’Osservatore Romano ha dejado mal parado al Vaticano con artículos pueriles acerca de los méritos de Michael Jackson, los Beatles y Los Simpson. Pero este error editorial es muchísimo más serio. Con su burdo maltrato de todo este asunto tan serio, el periódico del Vaticano ha provocado confusión mundial acerca de un asunto moral muy importante—un daño que puede llevar muchos años de trabajo doloroso para arreglar.

“Irónicamente, el mensaje de este Papa, bueno y brillante, se ha visto dificultado casi tanto por los misteriosos errores de algunos de sus ayudantes, tanto como por la cobertura del los medios mundiales”, escribió el arzobispo Charles Chaput en First Things. Por el bien de la Iglesia, esta deblace de relaciones públicas debe cesar.

¿Por qué L’Osservatore Romano viola las normas periodísticas e imprime una afirmación potencialmente explosiva fuera de su contexto apropiado? ¿Estaba el editor buscando el escándalo para empujar las ventas de Luz del Mundo sin preocuparse de su costo pastoral? ¿O el editor no se dio cuenta de los riesgos de publicar este fragmento? Cualquiera sea la respuesta, demostró que su juicio editorial no es confiable. Como un primer paso necesario para enfrentar los contínuos fiascos de relaciones públicas del Vaticano, debe pedirse la renuncia de Giovanni Maria Vian, el editor de L’Osservatore Romano.





La crucifixión de San Pedro
Miguel Angel (1550)

 

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