Es un grave error leer cuestiones microeconómicas (y la cuestión proteccionismo / no proteccionismo es propiamente microeconómica) con anteojos ideológicos. Las variables son múltiples y se implican mutuamente, las causas también y los efectos del proteccionismo ídem. Muchas veces el efecto de las medidas proteccionistas son perjudiciales dentro del mismo país para los que no están comprendidos en esa "protección".
No estoy proponiendo una crítica desde un liberalismo utópico (demasiado frecuente) que proponen medidas que nunca se han aplicado en ningún país ni se aplicarán.
Puede ser que en algunos pocos casos se justifiquen ineficiencias de corto plazo para lograr objetivos de bien común en el largo, medidas —llamemoslas "estratégicas"—. Pero antes que nada es fundamental abandonar el voluntarismo, el realismo mágico y el ideologismo en cuestiones económicas que, a la larga o a la corta, afectan a muchísimas personas.
El atraso tecnológico al que nos ha sometido el kirchnerismo (y que continúa bajo el macrismo acomplejado) tiene costos impresionantes sobre toda la población, se ha llevado puestos numerosos emprendimientos, limita la capacidad de desarrollo de otras industrias (la Argentina era hasta hace 10 años uno de los principales desarrolladores y productores de software y anexos del mundo) que tienen el potencial de generar decenas de miles de empleos*, y hasta cuesta vidas. Todo para que unos pocos miles vivan (o sobrevivan) en la carísima Tierra del Fuego y unos empresarios afortunados por este capitalismo de Estado se llenen los bolsillos.
*Hay algo que no se entiende es que la industria de las chimeneas va en desaparición en todo el mundo. Cada vez más, la producción en fábricas es menos mano de obra intensiva, por efectos de la automatización y de la necesidad de competir a nivel mundial con países con costos de producción bajísimos. Por otro lado, los servicios son siempre mano de obra intensiva, casi por definición.
