En estos tiempos en que se intenta por todos los medios destruir la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, he encontrado, buscando algo completamente distinto, por esas cosas de Dios, el librito de Mons. Dr. Octavio Nicolás Derisi, La Universidad Católica Argentina en el recuerdo: A los venticinco años de su fundación.
Más allá de algunos errores de escaneo, se puede leer de primera mano lo que pretendieron sus fundadores --en especial, el rector y sus primeros profesores-- de la UCA. Hoy, luego de las investigaciones del Dr. Alberto Caturelli (historiador de la filosofía en la Argentina y biógrafo de Mons. Derisi), queda totalmente claro quién fue el arquitecto así como el albañil de la Universidad... y quiénes no (más bien, todo lo contrario), aunque se arreglaran para la foto. Varias veces y de fuentes distintas escuché cómo Monseñor Derisi recorría las parroquias de Buenos Aires pidiendo donaciones para la naciente universidad, pues el Episcopado tenía otras prioridades. También sé bien cómo muchos de los primeros profesores, la mayoría de ellos veteranos profesionales y hombres de familia, trabajaron completamente adhonórem durante bastante tiempo. Muchos legaron sus importantes bibliotecas a la Universidad, que, por ejemplo, para los '80 podía vanagloriarse de contar con la más completa del país sobre temas sociales y económicas (no en vano, la UCA contaba --¿cuenta aún?-- con la célebre biblioteca del Dr. Emilio Lamarca con la mejor colección de textos socialcristianos del siglo XIX en toda América del Sur).
Pertenecí a la última generación pre-Puerto Madero y a pesar del frío en invierno y el calor en verano, de las aulas abarrotadas en algunas materias, de los viajes a otras facultades que nos prestaban lugar, etc., la mística de estudiar en el viejo convento de San Ramón Nonato de la calle Reconquista no tiene comparación con las pesceras aeroacondicionadas del "campus", los bares fashion y los boletines de lujo sin contenido.