Ya los "célebres" Albert Malet y Jules Isaac, en su L'âge classique (que con el título de La Edad Moderna fue libro de texto de Historia de 2º año de bachiller en la Argentina durante más de 50 años) reconocían el cambio de alianzas operado a fines de la Edad Media y que se mantendrá casi inalterado hasta la Primera Guerra Mundial. A veces desde estas latitudes esto no se comprende y por ello se cometen errores graves de interpretación histórica.
Uno de los recurrentes errores es el que podríamos resumir como "Habsburgos buenos vs. Borbones malos". Recientemente pude apreciar en la palacio de Schönbrunn, en Viena, el pequeño monumento a "Eliott von Gibraltar" (sic). Éste no es otro que el Gral. George Augustus Eliott, Lord Heathfield, el "héroe del Gran Sitio de Gibraltar". Claro, es que no muchos saben (o quieren saber) de la "vieja alianza" entre la casa de Austria e Inglaterra (una de las razones porque Felipe II no apoyó a "la francesa" María Estuardo, mártir católica, contra su prima, la protestante Isabel Túdor), y que mantuvieron los sucesores de ambas dinastías (los Lorena-Habsburgo y los Hánover) hasta minutos antes de comenzar la Guerra del '14. Y es que Gibraltar fue el "premio" de Gran Bretaña por su apoyo al pretendiente Carlos de Austria durante la Guerra de Secesión Española.
Por el contrario, en Múnich, capital histórica de la católica Baviera, pude apreciar la enorme cantidad de monumentos dedicados a Luis XIV, a Napoleón (los anticuarios están llenas de bustos grandes o pequeños del "Emperador de los franceses") y a su hijo adoptivo Eugène de Beauharnais, sepultado en la iglesia muniquesa de San Miguel. Era ésta la otra "vieja alianza" que vinculaba a Francia con la Baviera de los Wittelsbach, lo mismo que con la Casa de Estuardo británica.