Esta parte de la historia no suele venir en libros de historia de la Iglesia pero sí en historiadores católicos serios. Voilà, cuando Otón el Grande salvó a la Iglesia de un pésimo Papa.
Vale recordar que el primero de los Otones no era un dechado de virtudes cristianas y que con oportunismo maquiavélico se hizo con el Sacro Imperio disputado por cada vez más débiles carolingios del Reino fantasma de Italia (Lombardía) y del fragmentadísimo reino de Lotario. Pero Dios muchas veces se sirve de estos personajes como Otón de Sajonia para encarrilar a su Iglesia; nada impide que vuelva a suceder en nuestro tiempo.