El escritor español Juan Manuel de Prada explica, con su muy bien cuidada pluma, los efectos que la desmovilización de los católicos terminan teniendo en la Fe de la Iglesia.
Desde el Concilio (aunque de verdad ya bastante antes), la Jerarquía ha depuesto las armas en la lucha por la cultura, la sociedad y la política, creyendo que "eso" era la añadidura que le impedía tener mayor "éxito" con la cura de almas; el problema es que —siendo la persona humana unidad de cuerpo y alma, sin lo temporal, lo espiritual no tiene donde aferrarse—, al abandonar el siglo a su suerte, han minado los cimientos del Templo.
"¡Viva Cristo Rey!" no es un grito de fanáticos exitistas totalitarios que quisieran construir un nuevo Sacro Imperio sometiendo a agnósticos, judíos, musulmanes y budistas. "¡Viva Cristo Rey" es el grito de quienes queremos estructuras temporales conformes al Evangelio, casa solar donde también agnósticos, judíos, musulmanes y budistas, además de cristianos, puedan encontrar sosiego... (y —quién te dice— quizá, también a Cristo).