miércoles, 8 de junio de 2016

Ad hóminem: ¿Cuándo es falaz y cuándo no?

De un post leído por ahí que no puedo encontrar. Lo resumo:

Atacar a la persona [en un debate] es una falacia si lo que está en juego es si alguna afirmación que está haciendo la persona es verdad o si algún argumento que está dando es conclusivo, y donde el atacante está 

a) esencialmente ignorando el asunto de si lo afirmado es cierto o si el argumento es conclusivo, y en vez de eso, ataca a la persona que lo da (en cuyo caso tenemos una especia de falacia “cortina de humo”), o 
b) sugiriendo explícita o implícitamente que lo afirmado puede ser rechazado como falso o el argumento rechazado como inconcluyente sobre la base de alguna irrelevancia considerada una falta de la persona atacada (en cuyo caso estamos ante una falacia “pozo envenenado” o, tal vez un “tu quoque”). 

Sin embargo, existen al menos 5 casos en los que la crítica “ad hóminem” puede ser legítima y, ciertamente, no es falaz, incluso cuando el contexto más amplio es uno en que se están sopesando argumentos: 

1) cuando se cuestiona la confiabilidad del testimonio del interlocutor, 
2) cuando se evalúa la capacidad filosófica de la otra parte para debatir, 
3) cuando se expone lo fraudulento de su reputación pública en cuanto experto en una materia dada, 4) si se dejan a la luz las contradicciones asociadas con la posición filosófica del otro, y 
5) cuando se deja nota de que la voluntad para tomar seriamente ciertas ideas de la persona es evidencia de una corrupción de su sensibilidad moral. 

En estos casos, los argumentos en sí mismos no se ven para nada minados simplemente por llamar la atención sobre los defectos personales del interlocutor. 

De hecho, suponer que lo hacen sí es falaz. 

 

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