Y los cazadores no dopaban a los animales.
El problema de Garfunkel y Vanucci no es que hayan cazado. El problema es que son irremediablemente grasas, nuevos ricos caches, que se creen no sé qué por dispararle a animales dopados de manera indiscriminada porque tienen mucha plata. Para, luego, sacarse fotos con "los trofeos", pisoteándolos y burlándose de ellos.
El cazador de verdad respeta a sus presas, las estudia durante largo tiempo para ubicar al ejemplar que puede ser cazado sin poner en riesgo a la manada o que, incluso, puede beneficiarla. El cazador de verdad no se divierte viendo morir al animal, lo respeta en su agonía y lo trata con el máximo de los respetos después.
En fin, en tiempos grasas, desde el Papa para abajo, no nos sorprenden estas demostraciones de berretismo.