Cristina promulgó la ley que convierte a los hijos en mercancías que se compran y venden... y descartan si sobran, con el pomposo nombre de fecundación asistida. Busco y rebusco en AICA alguna valerosa intervención episcopal. Busco y rebusco en webs y blogs de chismes romanos a ver si el hombre de blanco que tiene tiempo de llamar a sus amigos para el cumpleaños o al canillita para cancelar el diario o a la Ortopedia Alemana para encargar una docena de zapatos negros de piel de becerro, a ver si este señor que entusiasma multitudes tuvo 5 minutos para llamar a la Presidenta. No, nada.