El PRO tiene desde siempre un problema grave: el vacío doctrinal.
Algunos que no son muy dados a los matices creen que se trata de un partido liberal. En algún sentido genérico, sí lo es, como todos los otros partidos y movimientos políticos argentinos. Pero en el sentido en que lo entienden los liberales, no. Hay que ver, sino, cómo ha gobernado la Ciudad de Buenos Aires con políticas igual o más intervencionistas que las de otros gobiernos.
El vacío doctrinal del PRO, que es el de Macri y sus principales dirigentes, tiene algo bueno, sin duda, y es que sus políticas están enfocadas a "la gestión", a la eficiencia y eficacia en el hacer (lo que no siempre hacen bien). Así han solucionado problemas muy graves que teníamos los porteños desde siempre, como las inundaciones en las zonas por donde antiguamente circulaban arroyos. Y muchos otros problemas de infraestructura y de administración, justo es decirlo.
Pero también, este vacío doctrinal los hace fácil presa de los ideólogos que siempre pululan cerca del poder. Macri, Michetti, Vidal, etc. que se declaran pro-vida y anti-aborto, luego hacen cosas incongruentes con estas declaraciones (protocolo del aborto no punible, Chau Tabú, etc.). Me consta en los casos de Michetti y Vidal, por lo menos, que no es por maldad sino por ignorancia (culpable o no, no me meto ahora en eso). "Ignorancia" que, muchas veces, es —como decirlo— plantada o alimentada por sacerdotes y obispos (y Francisco).
Pero, también, este vacío doctrinal, en un gobierno que no tendrá compromisos ideológicos más que "la gestión", podría ser influido desde adentro (no necesariamente "militando", hay otras muchas formas de hacer política o "influir"*), si tuviésemos la misma astucia que los hijos del siglo en vez de pelearnos entre nosotros o proponer "soluciones" maximalistas y ortopédicas que (justamente) no solucionan nada, por ser (aquí y ahora) utópicas.
Es mi humilde opinión que hay una oportunidad. Mínima, ínfima si quieren. Pero si no la aprovechamos, lo harán los progres (ahora en su versión moderada) que abundan, tienen recursos, tienen títulos, tienen institutos de formación y son la corriente dominante en los medios. Y la Argentina, lamentablemente, perderá otra oportunidad más y seguirá hundiéndose.
(*Una forma relativamente barata de "influir" es mediante la capacitación. Sé que hay gente del palo que lo hace y desde hace tiempo, pero aún es poco. Mucho más se puede hacer, y la oportunidad está. Pero para eso hay que tener —como dicen los peronistas— los "papers", los títulos académicos, y respetar a los que los tienen. Basta de sanata, maximalismo o utopismo...)
Comentario al margen: Esto en nada obsta para que los que tengan vocación de poder, armen algo. Es más, hasta les puede servir la experiencia práctica de lo complejísimo que es la Administración Pública desde adentro**. El tema es que ese "armar algo" supone una visión arquitectónica y de muy largo aliento que no sé si la Argentina puede esperar. Por lo que, mi propuesta (completamente opinable... y hay una parte de mí que no está convencida y preferiría prepararse para esperar la Parusía) es para el mientras tanto.
(**Como muestra, un botón. Todos despreciamos a ese sistema mafioso de los "punteros políticos". Pero hace muchos años participé por poco tiempo de un proyecto de microcréditos, y comprobé que es imposible —literalmente imposible— llegar a nada en un barrio o villa sin ayuda de estos personajes, a la vez pintorescos y odiosos que lucran política y monetariamente con la gente más humilde. En estos casos se te cae toda la teoría, por así decir.)