martes, 29 de diciembre de 2009

Ecce sto ad ostium et pulso

Verumtamen Filius hominis veniens, putas, inveniet fidem in terra?

Muchos años atrás, un profesor nos dijo que la próxima “trinchera” a defender sería la de la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. En ese tiempo, nos parecía algo muy lejano o, tal vez, cuya discusión estaría limitada a las sacristías como en tiempos de Loisy. A lo sumo, pensábamos, sería alguna formulación incomprensible a medio camino, a la manera de un Teilhard o un Boff.

Sin embargo, ha pasado el tiempo y nunca como en esta Navidad se ha visto (creo) un ataque tan grande y aparentemente bien coordinado contra Cristo. Desde los actos vandálicos israelíes contra los santuarios cristianos en Tierra Santa (curiosamente asumiendo “Nosotros matamos a Jesús”) [aquí o aquí], hasta quienes con su relativismo absoluto en materia religiosa demuestran su falta absoluta de fe cristiana (por ejemplo, el arzobispo católico de Westminster haciendo un ofrenda floral a los dioses hinduistas y dejándose ungir por uno de sus popes, el mismo día que el arzobispo de Orissa, en la India, denunciaba la violencia criminal de esos paganos). Desde la declaración del Tribunal Europeo acerca de que la exhibición de un crucifijo en el aula viola los derechos humanos o el proyecto británico para modificar el nombre de la Navidad por el de Wintermas (curiosamente con el apoyo de neopaganos), hasta esta nueva moda (aparecida en los Estados Unidos) de celebrar la jánuca judía (conmemorando la reedificación del Templo) y por la cual nos tuvimos que aguantar la provocación de candelabros (janukias) junto a los pesebres por toda la Ciudad de Buenos Aires durante este diciembre. O desde los mensajes del Cardenal instándonos a dejarnos querer por la ternura de Dios que es la feliz Navidad (¿?) y las navidades solidarias de Cáritas para que todos los niños tengan su juguete de regalo y los mayores su botella de sidra, hasta los papanoeles con el traje de Coca Cola instándonos a aprovechar las ofertas y poder consumir las 24 horas del día.

En fin una acción coordinada, consciente o inconscientemente, con el único fin de acallar la verdad de la encarnación del Verbo. Gaudete, gaudete! Christus est natus ex Maria virgine, gaudete!

No importa.

No olvidemos que Aquél que una vez vino como cordero volverá como león.


Deus autem non faciet vindictam electorum suorum clamantium ad se die ac nocte, et patientiam habebit in illis? Dico vobis: Cito faciet vindictam illorum.






Icono de la Natividad
siglo VII
Monasterio de Santa Catalina del Sinaí
[gentileza de Giovanni Fabriani y su lindo sitio sobre el Rito Greco-Bizantino y la Iglesia de San Atanasio de los Griegos en Roma]


 

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