Mientras que algunos se lamentan por el allanamiento que hizo la justicia belga a la residencia arzobispal y a la cripta de la catedral de Malinas en busca de documentos relativos a más de 400 casos de curas pedófilos, llegando a hablar de persecución a la Iglesia e, incluso, de profanación, la realidad completa no se dice. Abajo traduzco un relato estremecedor e impresionable acerca de la verdadera situación del catolicismo belga y la verdadera profanación (de cuerpos y almas de niños) ocurrida allí desde hace años—con silencios (y complicidades) sobre las que, por ahora, preferimos no especular.
No por puritanismo, sino porque determinadas expresiones vulgares se dicen distinto en los diferentes países y regiones de España y América de donde provienen los visitantes de esta bitácora, preferimos utilizar términos castellanos neutros. Por prudencia legal, omití el dibujo que puede verse en el original y reproduce una de las ilustraciones del catecismo belga para adolescentes.
La caída de la iglesia belga
Por Alexandra Colen* el jueves 24 de junio de 2010, de la bitácora en inglés The Brussels Journal: The Voice of Conservatism in Europe.
Hoy en Bélgica la policía allanó la residencia del arzobispo de Malinas-Bruselas y la cripta arzobispal de la catedral de Malinas. Estaban buscando evidencia de encubrimiento en una investigación en proceso acerca de las prácticas de pedofilia difundidas dentro de la iglesia belga en las décadas en que el cardenal Godfried Danneels fue arzobispo. Danneels se retiró en enero de este año.
La policía también confiscó 450 carpetas conteniendo informes de delitos de pedofilia cometidos por el clero, que habían sido sometidos a un comité de investigación establecido dentro de la iglesia para tratar los casos de pedofilia.
Desde que tuvo lugar en abril la revelación de que el buen amigo y colaborador del Cardenal Danneels, Monseñor Roger Vangheluwe, obispo de Brujas, había practicado la pedofilia durante toda su carrera como obispo, e incluso antes, las víctimas creyeron que serían tomadas en serio y comenzaron a llegar las quejas, tanto desde los tribunales como del comité de investigación extrajudicial de la arquidiócesis. El nuevo arzobispo Monseñor André-Joseph Léonard, ha alentado a las víctimas a que lleven sus casos a los tribunales.
Su predecesor, el cardenal progresista Danneels, que era muy popular con la prensa de Bélgica y el exterior, fue arzobispo de Malinas-Bruselas y primado de Bélgica entre 1979 y 2010. La comprensión ante las actitudes y argumentos pedófilos entre los obispos belgas durante este período no era un secreto, especialmente desde 1997 cuando la fiera controversia sobre el texto de catecismo Roeach llegó a los titulares. Los editores de Roeach eran los profesores Jef Bulckens de la Universidad Católica de Lovaina y Frans Lefevre del Seminario de Brujas. El texto contenía un dibujo que mostraba a una beba desnuda que decía: “Tocar mi vagina me hace sentir bien”, “Me gusta sacarme la ropa interior con mis amigos”, “Quiero estar en la habitación cuando mamá y papá tienen sexo”. Los dibujos también mostraba un niño y una niña pequeños “jugando al doctor” y el niño diciendo: “Mira, mi pene está grande”.
Los dibujos también mostraban a tres pares de padres. Aquéllos con la actitud “correcta” decían: “Sí, sentir y tocar esos lugarcitos es muy divertido.” Este “texto de catecismo” se usaba en las clases de catequesis de las escuelas católicas hasta que un día lo descubrí entre los libros escolares de mi hija más grande, entonces con 13 años. El 3 de septiembre de 1997 escribí una carta al Cardenal Danneels diciendo:
“Cuando veo este dibujo y su mensaje, tengo la impresión clara de que este catecismo está diseñado intencionalmente para hacer creer a muchachos de 13 y 14 años que los bebés disfrutan la estimulación genital. De esta forma uno cría pedófilos que sinceramente creen que los niños piensan que lo que les están haciendo es ‘muy divertido’, cuando lo real es lo opuesto.”
Decía al Cardenal Danneels que, aunque yo era miembro del Parlamento por el partido secesionista flamenco Vlaams Blok, me dirigía a él como madre católica “que desea ser fiel a la autoridad papal y que también desea educar a sus hijos de forma católica”. Insistía en que debía prohibir el uso de este libro en las clases de catecismo: “Por esto es que insisto—sí, los días en que uno humildemente pedía se acabaron—que usted prohiba el uso de este ‘libro de catecismo’ en las clases de nuestros hijos.”
Hoy, este caso que tiene 12 años cobra un significado nuevo y ominoso. Especialmente ahora que sé que Mons. Roger Vangheluwe, el obispo de Brujas pedófilo y abusador de niños, era el supervisor de ambas instituciones—la Universidad Católica de Lovaina y el Seminario de Brujas—de donde provenían los editores de este texto de “catecismo” perverso.
Monseñor Vangheluwe no solo se entretenía en ideas pedófilas, sino que las ponía en práctica en su sobrino de 11 años. Cientos de niños que no fueron violados físicamente, sí fueron abusados espiritualmente en sus clases de catecismo.
Tras comenzar mi campaña contra el libro Roeach, muchos padres me contactaron para ser vocera de sus preocupaciones. Aparecieron así otras historias de prácticas similares en el sistema educativo católico. Había escuelas donde a los niños les enseñaban a poner condones en penes artificiales y donde debían ver videos que mostraban técnicas de masturbación y copulación.
Debido a que el Cardenal Danneels se rehusó a responder los requerimientos para poner fin a estas prácticas, yo junto a cientos de padres preocupados nos manifestamos frente a su palacio el 15 de octubre de 1997. Llevábamos pancartas pidiendo “Respeto para los padres y los niños”, y dijimos el rosario. El cardenal Danneels se rehusó a recibir una delegación de los manifestantes. “No me dejo presionar”, dijo a la revista libertina Humo el 21 de octubre de 1997. La puerta del arzobispo siguió cerrada de cuando nos manifestamos nuevamente el 10 de diciembre de 1997.
Cuando nos manifestamos frente al palacio del obispo de Amberes el 19 de noviembre de 1997, Mons. Paul van den Berghe recibió una delegación de madres que incluía a la consejera local del Partido Demócrata Cristiano y a mí. Mons. Van den Berghe, que era el supervisor episcopal para la educación, escuchó a las madres, se emocionó y prometió investigar las clases de educación sexual y catecismo. También anunció su intención en una declaración a la prensa.
Debe haber sido amonestado por sus colegas puesto que el 24 de noviembre, tras la reunión de la Conferencia Episcopal, en un comunicado de prensa a la agencia de noticias Belga, el arzobispo de Amberes anunció que, a pesar de su promesa, no habría investigación. Hoy sabemos que uno de sus colegas presente en la reunión fue el abusador de menores Vangheluwe, lo que hace ese incidente también muy desabrido.
El 18 de febrero de 1998, junto a un grupo de padres, estuve nuevamente frente a la puerta del Card. Danneels. Otra vez la puerta siguió cerrada. Entonces el 18 de marzo de 1998 un grupo de unos 200 padres fuimos ante el Nuncio Papal, embajador del Vaticano, en Bruselas. Pero el Nuncio, que era amigo de Danneels, también se negó a reunirse con nosotros. Por el contrario, había alertado a la policía que dispuso varios cañones de agua a la vuelta de la esquina.
Mientras tanto, los amigos de Danneels en la prensa comenzaron una campaña en nuestra contra. “Colen continúa acosando a los obispos”, fue el titular de la Gazet van Antwerpen. Una noche, Toon Osaer, el vocero de Danneels en ese tiempo, me llamó por teléfono para decirme que como católica yo debía “ser obediente” a los obispos. En Humo, Danneels insinuó que yo estaba “dirigiendo mi campaña electoral”.
El 5 de enero de 1998 el diario Het Volk entrevistó a Patrick Vanhaelemeesch, profesor de catecismo de la diócesis de Brujas y uno de los autores de Roeach. Dio algunos detalles acerca de la ilustración sobre bebés que se masturban en el catecismo. Dijo que la ilustración tenía la intención de dar el mensaje de que “los bebés experimentan la lujuria sexual”. Vanhaelemeesch reveló que el comité de los obispos había mencionado dicha ilustración en un informe evaluatorio del texto del catecismo. El informe decía: “La presentación de actitudes pedagógicas sexuales es considerada ridícula por los alumnos en las encuestas.” De acuerdo con Vanhaelemeesch esta crítica “indica que los obispos no tenían ninguna objeción al mensaje subyacente [esto es que los bebés experimentan lujuria sexual], sino que temía que los alumnos no los tomaran seriamente”.
Cuando hube agotado todas las posibilidades y era claro que la iglesia belga no quería escuchar a los padres, decidí romper todo lazo con el sistema educativo católico. Saqué de la escuela a mis cinco hijos y organicé con otros padres una escuela familiar, de modo que nuestros hijos fuesen educados en un ambiente católico.
Envié una carta a todos los cardenales del mundo para informarles acerca de los contenidos del libro escolar Roeach. “Por favor, tenga por seguro que este Dicasterio prestará debida consideración a su informe”, respondió Mons. Clemens, secretario personal del Cardenal Ratzinger, de la Congregación para la Doctrina de la Fe; el Cardenal Gagnon de Roma dijo que apreciaba “la justa batalla que están llevando a cabo”; “el asunto que ustedes han manifestado es muy importante”, nos escribió desde Roma el Cardenal Arinze.
Recibí cartas de apoyo de cardenales de todas partes del mundo. “Comparto su preocupación. Es importante que no abandonen la causa”, escribió el Cardenal Meisner de Colonia; “tienen bastantes razones para estar preocupados”, escribió el Card. Wamala de Uganda; “me siento persuadido a escribir al Cardenal Danneels en la esperanza de que me ilustre”, escribió el Cardenal Vidal de las Filipinas; “si tengo oportunidad de discutir con el Cardenal Danneels el asunto que ustedes traen a mi consideración, lo haré”, escribió el Cardenal Williams de Nueva Zelanda; “intentaré hacer algo para ayudarles”, escribió el Cardenal López Rodríguez de Santo Domingo; “estoy al tanto de que vuestras preocupaciones han sido presentadas al Cardenal Laghi, prefecto de la Congregación para la Educación Católica”, escribió el Cardenal O’Connor de Nueva York.
El 27 de febrero de 2010 el diario De Standaard dijo que estas cartas “mejoraron la percepción de Roma acerca de la falta de liderazgo eclesial en Bélgica”. De ahí que el progresista Dannels fuese reemplazado por Mons. Léonard. Roma considera que él podrá restaurar la Iglesia en Bélgica. Comparto esta esperanza. Sin embargo, es una pena de que haya demorado tanto tiempo. El daño causado ha sido más grande de lo que nadie pudo haber imaginado.
*La Sra. Colen, nacida en Dublín (Irlanda) en 1955, Doctora en Letras y casada con Paul Belien (director de The Brussels Journal), es miembro del Parlamento Federal de Bélgica por el partido Vlaams Belang (“Interés Flamenco”).
Comentario en la bitácora Rorate Caeli: “César es el instrumento de una justicia que la jerarquía en Bélgica (y en Roma, al menos durante el último pontificado) negó sin cesar a los niños y los padres. Incontables cuerpos y millones de almas sufrieron abuso. Que Danneels, Vangheluwe y sus colaboradores sean llevados ante la justicia en este mundo—y que Dios tenga piedad de sus almas”.