viernes, 19 de agosto de 2011

Apocalypse Now: El argumento III



El Chef, que realmente había sido cocinero profesional “en su otra vida” en Nueva Orleáns, pide permiso para bajar a tierra y buscar mangos, que —según él— abundan en la zona y son muy demandados y preciosos para un chef que se precie de tal.

Posiblemente cansado de tanga agua, Willard se ofrece para acompañarlo. La jungla virgen los rodea y convierte en enanos impotentes. En guardia ante un posible ataque Vietcong, no imaginan el tipo de ataque que sobrevendrá: un bello tigre asiático que los hace correr como nunca lo han hecho en la vida. Regresan aterrorizados al bote, sólo para jurar nunca bajarse de la lancha hasta llegar a destino. No sólo es Charlie el enemigo, también la naturaleza parece conjurada contra estos jóvenes e inexpertos exploradores.

Siguen avanzando y Willard queda más maravillado con lo que lee en el legajo de Kurtz: recortes de diarios, fotografías familiares, cartas… No puede evitar la comparación: “Kurtz sí se bajó del bote. Se desprendió por completo del puto programa. ¿Cómo pasó? ¿Qué es lo que vio en su primer período? 38 años de mierda. Si te unías a los boinas verdes, no había forma de pasar del rango de coronel. Kurtz sabía bien lo que se estaba perdiendo. Cuanto más leía y comenzaba a entender, más lo admiraba. Su familia y amigos no podían comprenderlo, y no podían hacerlo hablar de ello. Tuvo que postularse tres veces y sobrepasar toneladas de mierda, pero cuando amenazó con renunciar, se lo dieron. El sujeto que le seguía en edad en su clase tenía la mitad de la suya. Deben haber pensado ‘¿qué está haciendo ese viejo rompiéndose en este curso?’ Yo mismo lo hice cuando tenía 19 y casi me mata. ¡Qué hijo de puta tan duro! Lo finalizó. Pudo haber ido tras el rango de general, pero, en vez de eso, prefirió ir tras él mismo…

“Octubre de 1967, misión especial, Kurtz monta la Operación Arcángel en combinación con fuerzas locales. Gran éxito. No recibió ninguna autorización oficial. Sólo lo pensó y lo hizo. ¡Qué bolas! Iban a colgarlo por eso, pero luego de que la prensa se enteró, lo promovieron a coronel. Oh, hombre, tanta mierda acumulada en Vietnam tan rápido que se necesitan alas para mantenerse a flote.”

Llegan entonces, en medio de la noche, a una aislada base estadounidense en Hau Phat. Recogen bidones de diesel, cigarrillos y otros pertrechos. Los últimos que podrán conseguir de aquí en más. Se produce una discusión con el sargento a cargo de aprovisionamientos, un típico burócrata que jamás ha estado en combate, por llenar un formulario donde debía figurar el destino de la misión de Willard. Finalmente, quizá pensando en no desgraciarse con un oficial que no conoce, termina con el ofrecimiento gratuito de entradas “para el show” y una botella de Bourbon, el whisky yanqui.

El show es un enorme escenario sobre el que unas conejitas de Playboy descienden en helicóptero para bailar y entretener a la tropa. Como decía un comentario a la película que leímos, “las jovencitas son el peor ejemplo de los valores americanos exportados a un mundo extraño y ajeno”. Las conejitas juegan a vaqueros e indios, provocando a los soldados, y para asombro de vietnamitas aferrados a las rejas. Toda una metáfora de Vietnam y de  la intervención yanqui.

La masa se descontrola y el show termina con las conejitas escapando rápidamente en helicóptero, y la policía militar reprimiendo a los incivilizados.

“Charlie no tiene estos shows”, nota Willard mientras bebe su whisky. “Está demasiado ocupado ocultándose en lo profundo o moviéndose rápidamente. Su idea de descanso y recreo es arroz frío y un poco de carne de rata. Sólo tiene dos formas de llegar a casa: la muerte o la victoria.”

Esto nos recuerda un hecho histórico local. Tras la rendición de Puerto Argentino el 14 de junio de 1982, los soldados y oficiales prisioneros recibieron de sus guardiacárceles pilas de revistas pornográficas. Ante las miradas de los sorprendidos británicos, los argentinos convirtieron en una cuestión de honor no tocar las pilas y dejarlas tal cual las habían recibido. “¡Dios, qué buen vassalo! ¡Si oviesse buen señor!”

En la versión extendida, Willard continúa junto al escenario mientras amanece. Parten con su lancha patrullera y piensa cínicamente: “Nadie más que Kurtz dio un golpe en el trasero al Comando. La guerra está siendo manejada por un grupo de payazos con cuatro estrellas, quienes, al final, terminarán entregando todo el circo.”

La escena del B-52 y de “Satisfacción” de los Stones aparece aquí en la otra versión. Willard lee un informe autoría de Kurtz, casi un manifiesto: “Mientras nuestros oficiales y soldados sigan realizando períodos de servicio de un año, seguirán siendo diletantes en la guerra y turistas en Vietnam. Mientras la cerveza fría, la comida caliente, el rock ‘n’ roll y los otros servicios de hotel sigan siendo la norma esperable, nuestra conducción de la guerra sólo será cada vez más impotente.” Sigue leyendo en voz baja y continúa: “Necesitamos menos hombres, y mejores; si estuviesen comprometidos, esta guerra podría ganarse con un cuarto de nuestra actual fuerza.”

Llega entonces al punto donde se entera de que Kurtz investigó y asesinó a cuatro dobles agentes vietnamitas, la razón por la cual lo acusan de asesinato.

“Fines del verano de 1968. Las patrullas de Kurtz en las Tierras Altas son emboscadas con frecuencia. El cuartel se desmorona. Noviembre: Kurtz ordena el asesinato de tres hombres vietnamitas y una mujer. Dos de los hombres eran coroneles del Ejército de Vietnam del Sur. La actividad enemiga en su sector desapareció. Lo que indica que golpeó a la gente correcta. El Ejército intentó una vez más traerlo devuelta al rebaño. Y si se dejaba, todo sería olvidado. Pero siguió adelante, y siguió ganando a su modo. Y así lo perdieron. Desapareció. Nada más que rumores e inteligencia rudimentaria, mayormente de vietcongs capturados. El VC conocía bien su nombre ahora, y lo temía. Él y sus hombres jugaban a las escondidas con ellos hasta bien adentro de Camboya.”

Y sigue con una carta del Coronel a su hijo:

“Querido hijo: Me temo que tanto tú como tu madre se preocupen de no escuchar acerca de mí durante las últimas semanas, pero mi situación se ha vuelto difícil. He sido acusado oficialmente por parte del Ejército de asesinato. Las supuestas víctimas eran cuatro dobles agentes vietnamitas. Pasamos meses descubriéndolos y acumulando evidencia. Cuando la prueba estaba completa, actuamos… actuamos como soldados. Los cargos no se justifican. De hecho y en las circunstancias de este conflicto, son completamente una locura. En guerra existen muchos momentos para la compasión y la ternura. Existen momentos de acción bruta… lo que llamamos con frecuencia brutal, puede ser en muchas circunstancias simple claridad… ver con claridad lo que debe hacerse y hacerlo… directo, rápido, resueltamente, mirándolo de frente. Confío en que le contarás a tu madre lo que sea pertinente de esta carta. En cuanto a los cargos en mi contra, no me preocupan. Estoy más allá de su moral tímida e hipócrita, y por lo tanto, estoy más allá de preocuparme. Tengo toda la fe puesta en ti. Tu padre que te ama.”

(continuará)

 

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