Andreotti representa todo lo que de malo ha hecho la Santa Sede en los últimos 70 años. Mano derecha del sinvergüenza de De Gasperi (al que parece algunos ahora quieren canonizar), entraba sin necesidad de pedir permiso en las oficinas de Pío XII para 'jugar a la política'. Y lo siguió haciendo con todos y cada uno de sus sucesores. Cuando la DCI se auto-destruyó al develarse sus vínculos con la mafia y cuando Andreotti quedó malparado con Juan Pablo II por su aprobación del aborto y conocerse su pertenencia a la logia masónica P2, siguió jorobando en la Iglesia con la muy influyente 30Giorni, revista a la que ningún purpurado vaticano se le ha negado jamás y que, incluso, llegó a ser más importante que L'Osservatore.
Sin juzgar su alma, que sólo a Dios corresponde, su fallecimiento es una alegría, y uno lamenta que no se hubiese dado antes. Su nefasta influencia sobre tantos Pontífices ha sido más dañina que las persecuciones de los romanos... si no ha sembrado el campo para justificar las que vendrán.