Es curioso que en estos tiempos tan ecuménicos en la octava de Navidad fuese reemplazada la bimilenaria festividad de la Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo —donde Cristo "nace" a la religión judaica— por la solemnidad de Santa María Madre de Dios que ya tenía su fiesta en octubre en Occidente. Según las aclaraciones de Ecclesia Dei, en la forma extraordinaria del rito romano en esta fecha de la octava de Navidad debería celebrarse la primera. Lamentablemente, algunos, movidos por piedad mariana creo que mal entendida, eligen la segunda.