lunes, 26 de julio de 2010

A mí me ha sido entregada (II)

Citábamos en nuestra primera entrega el comentario de Monseñor Straubinger a Lucas 4,6. Nos interesaba el mismo porque no son muchas las ediciones del Evangelio que se detengan en este versículo. Asimismo, los comentaristas que sí se han referido a esta singular afirmación del Demonio, "te daré el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero", suelen salirse cómodamente afirmando que es una mentira del "Padre de la Mentira". Lo cual puede ser, en cierto sentido, pero no en sentido absoluto -- a menos que subestimemos al Diablo... y a Cristo (¿qué tentación podría ser para el Hijo de Dios una mentira evidente?).

Straubinger, sin embargo, se detiene y le dedica un comentario largo e interesante. Vinculando este versículo con afirmaciones contenidas en el Evangelio de Juan y las Cartas Joánicas, además de la 2ª de Pablo a los cristianos Corinto, afirma: 'se trata más bien del imperio de la mundanidad, con “sus glorias y sus pompas” a las cuales renunciamos en el Bautismo, es decir, al mundo actual con sus prestigios, cuyo príncipe es Satanás'.

Vamos a detenernos, entonces, en la cuestión del mundo, y vamos a hacerlo de la mano de unos textos introductorios del célebre filósofo catalán recientemente fallecido Francisco Canals Vidal. Y vamos a hacerlo con Canals por varias razones. Entre otras, porque el profesor de Bacerlona fue uno de los principales especialistas en Filosofía y Teología de la Historia, porque dedicó unas conferencias muy recordadas al Mundo Histórico y el Reino de Dios --tal el título del libro que las recopiló--, y, además, porque ha sido uno de los pocos que se ha dedicado a explicar la posible concordancia entre los textos que citaremos a continuación y los introductorios de la Gaudium et Spes.

Al hablar de Mundo histórico y Reino de Dios… será conveniente comenzar leyendo algunos textos del Nuevo Testamento con cierta intención sistemática, tratando de sentir el tremendo misterio que se encierra en la palabra mundo. Se trata de textos que subrayan el aspecto “negativo” de los conceptos mundo y siglo y que nos plantearán cuestiones y perplejidades que la Palabra de Dios irá aclarando desde la comprensión del Reino.

El apóstol Santiago el Menor, cuando dice que la fe sin las obras está muerta (respondiendo al que, pensando ser religioso, oye la Palabra pero no la cumple y se engaña a sí mismo) agrega:

“Si alguno piensa que es un hombre religioso, pero no refrena su lengua sino que engaña su corazón, la religión de éste es vana. La religión pura y sin mancha a los ojos de Dios Padre es ésta: asistir a los huérfanos y a las viudas en su tribulación (son las obras de misericordia para con el prójimo), y guardarse del mundo sin contaminarse (guardarse del mundo, del siglo, de modo que el mundo no nos manche).” [St. 1, 26-27.]

Aquí aparece la palabra griega cosmos, que el texto latino traduce por saeculo. Es frecuente esta duplicidad de estilos que cambia una palabra por otra. Para “guardarse incontaminado de este siglo”, para ser religioso, no hay que “mancharse” del mundo: hay que “guardarse” del mundo de modo que el mundo no nos contamine.

En la Epístola primera de San Juan (aquella bellísima epístola que comentó tan espléndidamente san Agustín), donde nos aconseja el precepto de la caridad, al explicar que el que no ama al prójimo es un mentiroso, dice:

No améis al mundo, ni a lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor de Dios Padre, pues todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida, que no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa y su concupiscencia. El que cumple la voluntad de Dios permanece para siempre.” [I Joh. 2, 15-17.]

En la misma Carta de San Juan se habla de nuestra fe, de la fe cristiana

El que nace de Dios vence al mundo; ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” [I Joh. 5, 4-5.]

Se trata de un eco de las palabras del Señor: “En el mundo pasaréis tribulaciones, pero confiad: Yo he vencido al mundo.” En otro capítulo, explicando la presencia en su tiempo del espíritu del Anticristo, dice el Apóstol:

“Carísimos, no creáis a todo espíritu; contrastad los espíritus si son de Dios, porque muchos falsos profetas salieron a este mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesús como Cristo que ha venido en carne, es de Dios; todo espíritu que rompe la unidad de Jesús, no es de Dios; éste es el espíritu del Anticristo que habéis oído ya que viene, y que ahora ya está en el mundo. Vosotros, hijitos, sois de Dios, y lo habéis vencido; porque mayor es el que está con vosotros que el que está en el mundo. Ellos son del mundo: por eso hablan inspirados por el mundo, y el mundo los escucha. Nosotros somos de Dios: el que conoce a Dios nos escucha; y el que no es de Dios, no nos escucha. En esto se conoce al Espíritu de la verdad y el espíritu de la seducción.” [I Joh. 4, 1-6.]

En el Evangelio de san Juan, en el transcurso del sermón de la Última Cena y la oración sacerdotal, se lee lo siguiente:

Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido primero que a vosotros. Si del mundo fuerais, el mundo tomaría lo que es suyo; pero no sois del mundo, sino que yo os entresaqué del mundo, por eso el mundo os aborrece.” [Joh. 15, 18-19.]

El texto que sigue nos hace ver lo difícil, misterioso, escandaloso y desconcertante que es “el mundo”; pero nos va introduciendo en la solución de la perplejidad que nos ha planteado el evangelista san Juan, precisamente al relacionar “el mundo” con “el demonio”, a quien llama “Príncipe de este mundo”, y anuncia la venida del Paráclito, del Espíritu Santo:

“Cuando venga, argüirá al mundo sobre el pecado, la justicia y el juicio. Sobre el pecado probará al mundo que es pecador, porque no han creído en mí; sobre la justicia, porque voy al Padre y vosotros ya no me veréis; sobre el juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.” [Joh. 16, 8-11.]

El Príncipe de este mundo —no hay ninguna duda— es Satanás, que ya ha sido juzgado. Pero tanto en el texto latino como en el griego, en lugar de decir “del mundo”, dice “del mundo éste. Después encontraremos un comentario de San Agustín en un texto parecido al anterior que atiende a esta precisión: “el mundo éste”, cuyo príncipe es Satanás, que ha sido ya juzgado.

Este modo de hablar del Señor, que emplean también los apóstoles, lo volvemos a encontrar en aquel texto del Evangelio que hemos oído leer y comentar tantas veces y que es el diálogo de Jesús con Pilato, cuando le dice Jesús:

“Mi Reino no es del mundo éste. Si fuese del mundo éste, mis partidarios habrían luchado para que no cayese en manos de los judíos. No está aquí mi Reino (no es del mundo éste).” [Joh. 18, 36.]

Ahora vamos a ver algunos textos de san Pablo. Este modo de hablar, “el mundo éste”, lo encontraremos también con otro término: “el siglo éste”. En los pasajes siguientes, la palabra siglo no quiere decir el siglo XX, sino que se le da el sentido de pecado y salvación:

“Confortaos en el Señor y en el poder de su fuerza. Revestíos de la armadura de Dios para que podáis sosteneros ante las asechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra carne y sangre (bíblicamente quiere decir: no es contra hombres, ni contra pasiones o concepciones o voluntades humanas), sino contra los principados, las potestades (que son ángeles caídos o demonios) y los rectores de este mundo tenebroso (son los gobernadores del mundo, los que rigen el universo).” [Eph. 6, 10-12.]

San Agustín, comentando el salmo 54, cita este texto de san Pablo y dice:

“Nuestra lucha no es contra carne ni sangre, esto es, no es contra los hombres que veis, sino contra príncipes y rectores del mundo de estas tinieblas. No sea que por haber dicho rectores del mundo entendieses que los demonios rigen el cielo y la tierra, que tienen el poder que sólo Dios tiene.” [San Agustín, Enarrationes in psalmos, Salmo 54 (BAC, vol. XX).]

Los mayores enemigos del cristianismo sostenían que este mundo estaba regido por un soberano malo, que era el Dios del Antiguo Testamento, y que Cristo, en cambio, era enviado por un Dios bueno que venía a librarnos de la ley de Moisés. Según esta concepción, todos los autores del Antiguo Testamento estaban inspirados por un Dios malo que había creado el mundo. Así se expresaban todas las gnosis, Marción y los maniqueos.

San Agustín lo sabe muy bien, y por eso nos pone en guardia. Cuando dice “los rectores del mundo” no atribuye el gobierno del mundo a los demonios, no. Dice “este mundo de estas tinieblas”, significando el mundo de los que aman al mundo, el mundo de los que no aman y de los inicuos, el mundo que no conoció a Cristo, el mundo que odia a los discípulos del Señor. “Os doy la paz que el mundo no puede dar” [Joh. 14, 27], dice el Señor. Este mundo es el que es regido por estas tinieblas. Y en este sentido, el Príncipe de este mundo es Satanás, y los demonios son los rectores de este mundo.

Cuando se oye decir que “en el mundo es todo bueno”, que “el cristiano no rehuye ningún valor”, que “todos los valores de la cultura y los bienes de la naturaleza son asumibles por el hombre y son buenos”, y que “no tenemos que enfrentarnos a las aspiraciones humanas, sino conciliarnos con ellas porque son todas legítimas y encuentran en el Reino de Dios su plenitud”, sucede que, si sólo se dice esto citando algunos textos del Nuevo Testamento, hacemos como Satanás, que también citaba textos de la Escritura cuando tentaba a Jesús. Para entender a san Pablo, a los demás apóstoles, a los santos Padres, y al Concilio Vaticano II es necesario pensar en todas estas cosas.

En el texto de Gaudium et Spes… se dice que los cristianos creemos que el mundo ha sido creado por el amor de Dios, pero que está esclavizado por el pecado y puesto bajo el poder de Satanás. Dios ha quebrantado este poder muriendo y resucitando, y dándonos su gracia para transformar el mundo y llevarlo a su perfección. La plenitud de la perfección del mundo, que es bueno, requiere el quebranto del poder de Satanás, la aceptación de la muerte redentora, el reconocimiento del pecado del mundo, que vino el Cordero de Dios a quitar. Desde esta perspectiva se puede ir entendiendo este misterio.

En la Escritura hay centenares de textos como los que se han citado. Por ejemplo: “Señor, levántate, no prevalezca el hombre” [Sal 9, 20], “Conozcan los hombres que no son más que hombres” [Sal 9, 21]. En otro pasaje, el escritor sagrado exhorta, con ironía: “¡Dejad de confiar en el hombre, cuyo hálito está en su nariz!, pues ¿en cuánto ha de ser estimado?” [Is. 2, 22]. Es imagen de Dios y destinado a la vida eterna, pero el pecador no lo obtendrá por su propia fuerza si no reconoce su pecado y la necesidad de la misericordia divina. Por esto está llena de ironía la exclamación “¿en cuánto ha de ser estimado el hombre?”. La impotencia del hombre para su propia salvación no la ha negado nunca nadie salvo los herejes pelagianos, los naturalistas o los que no son cristianos. Pero otra cosa distinta es que prácticamente lo aceptemos, lo vivamos, lo sintamos.

[…]

San Pablo dice que no ha venido a predicar la sabiduría de los hombres para que la fe no se apoye sino en el poder de Dios:

“Entre los cristianos perfectos, hablamos de una sabiduría que no es del siglo éste, ni de los príncipes del siglo éste, destinados a ser destruidos.”[1 Cor 2, 6]

Puede referirse a los demonios, que tienen que ser derrotados, o bien a los príncipes de este mundo, los hombres prestigiosos, los grandes sabios, los grandes filósofos…, los hombres importantes, en cuanto estén enorgullecidos y estén separando la humanidad del gobierno divino. Éstos están destinados a ser destruidos, porque toda soberbia humana quedará humillada en el cielo: “Para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en la virtud de Dios.” [1 Cor 2,5]





Las gárgolas de en las esquinas y cornizas exteriores de las catedrales góticas eran una forma de representar el desprecio por el "mundo éste".
[Fuente: http://icarushasfallen.wordpress.com/]

 

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