Aproveché el domingo lluvioso para ver esta película, original The secret life of Walter Mitty (título mucho más adecuado), y, sin ser una película inolvidable, me gustó bastante. Adaptando el libro del mismo nombre y del que ya se hizo otra película, Ben Stiller logra sin embargo algo distinto y bueno.
En los primeros minutos, uno cree estar viendo una película más de Ben Stiller, con ese personaje que ha repetido hasta agotarlo, el del enamorado torpe, ingenuo, nerd, que cuanto más canchero se cree más en ridículo queda. En este caso, además, se trata de un 'Walter Mitty', un daydreamer, alguien que sueña despierto con aventuras que no realizará.
Pero, entonces, la película da un giro inesperado y se convierte en una "road movie", ese sub-género fílmico que siempre parece poder dar más de sí, con su mensaje anti-burgués en pos de una vida 'en movimiento'.
Y justo cuando creemos que es éste el mensaje de Ben Stiller en esta incursión suya como director, culmina esta comedia con una nueva reformulación de la paradoja del aventurero de Chesterton y Elliot.
De vuelta, no es una película memorable, pero es divertida, tiene un buen mensaje y es apta para toda la familia sin doblesentidos ni guarangadas. Ah, y las imágenes de Islandia son de una fotografía impecable que hace honor y honra a los viejos fotógrafos aventureros y a las revistas donde publicaban (y hoy están en vías de extinción); principal sub-tema de esta película.