Cada tanto aparece el tema de los '70, esta vez fue en un blog en el que se repetía lo de siempre... habría que haber fusilado a los terroristas dejando constancia con su firma, etc., etc. (tópico preferido de cierto nacionalismo ausentista). Cansado de repetir siempre lo mismo, copio aquí un comentario que dejé allí.
"Perdón, pero sin justificar los abusos que ciertamente hubo, ésta es una afirmación extemporánea que no tiene en cuenta la secuencia histórica de la Guerra contra la Subversión. En un primer momento, el Estado persiguió a los terroristas con la ley en la mano. Se los juzgó y encerró, aún cuando todavía no tenían leyes adecuadas y se les tuvo que aplicar el Código Penal (aplicable únicamente a delitos comunes). Pero, nos olvidamos que el 25 de mayo de 1973 se amnistió a todos los terroristas y se dio inicio a la persecución y asesinato sistemático de los jueces y fiscales que lo habían hecho. Al punto que muchos decidieron renunciar a la magistratura y, en algunos casos, exiliarse. Tanto fue así que en determinado momento, según denunciaban los diarios, prácticamente no había jueces y fiscales dispuestos a juzgar a terroristas.
En cuanto a la pena de muerte, ¿quién iba a estar dispuesto a fusilar luego de la condena de Pablo VI a Franco y el escándalo mundial por lo del Estadio Nacional en Chile? De allí en más, en ningún lugar del mundo occidental, tenemos pena de muerte en estos casos; y, en muchos, se pasó a formas clandestinas de combate contra la subversión (incluso en países con total "Estado de Derecho" como Italia, Alemania, Francia, etc.).
Sobre lo de la supuesta inutilidad de la Inteligencia argentina, creo que el comentarista que así concluye se equivoca rotundamente. Dicen que como muestra basta un botón, pues le daré dos botones.
1) El odio que la izquierda tiene por Astiz se debe a que éste se había infiltrado en la organización de las Madres de Plaza de Mayo y durante bastante tiempo pudo enterarse, a través de ellas, de los movimientos de los terroristas.
2) Durante Malvinas, es bien conocida la llamada Operación Algeciras donde se utilizarían ex Montoneros que vivían en Europa para realizar una operativo comando en Gibraltar. Éstos fueron rápidamente contactados por la Inteligencia argentina que los tenía perfectamente identificados y ubicados.
Hay algo más que decir sobre todo este tema. La magnitud del terrorismo que operó en la Argentina entre fines de la década del '60 y principios del '80, fue la más grande de todo el mundo occidental. Sólo Montoneros llegó a contar con 40.000 efectivos operativos y alrededor de 200.000 de apoyo (entre estudiantes, obreros y empleados, familiares y amigos, que se dedicaban a guardar armas, encerrar secuestrados, esconder a terroristas perseguidos, etc.), según lo afirmado por los propios Montoneros. Por lo tanto, no es posible mínimamente compararlos con las Brigate Rosse, la FAR alemana, la ETA española, etc., y proponer el supuesto combate "legal" que se realizó en estos países como modelo que debió haber seguido la Argentina.
El tema de la tortura en casos de terrorismo es bastante complejo. Todos hemos visto cientos de películas de acción o suspenso donde el protagonista pega, patea, encañona al "malo" para que éste le diga dónde ha colocado la bomba, dónde tiene secuestrada a su familia, cuándo se producirá el atentado... y no se nos mueve nada. Pero hablamos de tortura en abstracto y ponemos el grito en el cielo. Países con "Estado de Derecho" como EE.UU., Israel, Alemania, Gran Bretaña, Francia o Brasil, justifican (aún hoy, en 2014) diversos grados de presión física (tortura, en román paladino) en casos que consideran terrorismo. Otra cosa son los excesos, el sadismo, las violaciones, etc. Por supuesto que completamente censurables y condenables.
Recordemos siempre lo de Santo Tomás, "El hombre, al pecar, se separa del orden de la razón, y por ello decae en su dignidad, es decir, en cuanto que el hombre es naturalmente libre y existente por sí mismo; y húndese, en cierto modo, en la esclavitud de las bestias, de modo que puede disponerse de él en cuanto es útil a los demás, según aquello del 'Sal.' 42,21: 'El hombre, cuando se alzaba en su esplendor, no lo entendió; se ha hecho comparable a las bestias insensatas y es semejante a ellas'; y en 'Prov.' 11,29 se dice: 'El que es necio servirá al sabio'. Por consiguiente, aunque matar al hombre que conserva su dignidad sea en sí malo, sin embargo, matar al hombre pecador puede ser bueno, como matar una bestia, pues peor es el hombre malo que una bestia y causa más daño, según afirma el Filósofo en 'I Polit.' y en 'VIII Ethic.'".
Como digo arriba, son condenables y censurables los excesos. Pero al hablar de excesos, estamos en el terreno de los grados; i.e. ¿cuánta tortura es admisible? De vuelta, es un tema complejísimo. Si me pregunta a mí personalmente, mi respuesta es que, aquí y ahora, dado el mundo y quienes lo gobiernan (la masonería en sus diversas manifestaciones), dada también la decadencia ética del llamado occidente y de quienes detentan el poder, en resumen, puesto que el Principio de Autoridad ha sido retirado (según los mejores esjatologetas), la tortura (como la pena de muerte) no deben ser admitidas en nuestros ordenamientos penales, ni siquiera en casos de excepción. Hic & nunc, los excesos son muy posibles, los malos usos y los abusos, con fines torcidos, terminarán siendo la regla. (Tampoco le vamos a liberar el camino al Anomos.) Otra cosa muy distinta es hablar de la tortura "en abstracto", lo que merece las consideraciones que digo más arriba de manera muy incompleta.
Desde luego que no hubo "dos demonios", hubo un único demonio: el comunismo internacional ("intrínsecamente perverso", como lo definieron los Papas). Del otro lado, de "nuestro" lado, hubo gente que hizo lo que pudo... y atorrantes, como ha ocurrido siempre (y ocurrirá siempre) en todas las guerras o conflictos armados. Pasándolo en limpio. De un lado tenemos una ideología "esencialmente" perversa (es decir que de raíz es perversa, es su sustancia la cual no cambia aunque se modifiquen los accidentes). Y del otro lado tenemos una defensa justa y legítima donde hubo distintos "grados" de exceso, corrupción, desviación de fines, etc. No sé si se entiende.