Y, ahora, hablemos de cosas importantes.
No sé si muchos están al tanto de Obergefell vs. Hodges, el reciente fallo de la Corte Suprema de los EE.UU. que legaliza el casamiento gay. Muchos dirán: "¿y a mí qué? 'el maricomio' hace años que está legalizado en la Argentina".
Bueno, la cuestión es que este fallo ha disparado una catarata de juicios, normas y proyectos de ley sobre diversos temas que, eventualmente, van a tener su eco en los países periféricos como el nuestro.
Primero, porque en los EE.UU. la gente tiene la sensación de que lo que es legal es legítimo y que el que se opone a ello es antisocial y debe ser penalizado por eso. El ejemplo más famoso de esto fue lo que sucedió tras Roe vs. Wade, el fallo que legalizó el aborto, donde la posición abortista pasó de ser muy minoritaria a ser la más aceptada por la mayoría de la población... de un día para otro.
Segundo, porque ya se están haciendo analogías con situaciones aberrantes, como la prohibición de matrimonio interracial que existía en algunos condados y estados sureños hasta principios de los '60.
Tercero, porque se viene la represión de los que hablen "en contra" del maricomio, incluyendo clérigos, maestros, periodistas, padres, etc., como defensores de situaciones aberrantes.
Cuarto, porque a la posición pro-familia se le van a cerrar todos sus medios de expresión. Hasta ahora podía escucharse a defensores de la familia tradicional en NBC, CNN, etc. Desde el momento en que esta postura se convierta en una virtual "apología del delito", se bloquearán los medios masivos de difusión.
Quinto, porque, incluso, se puede llegar a perseguir a los que se animen a identificar a la homosexualidad como una anomalía que puede ser tratada, curada o rectificada.
En fin. Estemos atentos porque estas batallas que se vienen en el Primer Mundo tendrán, lamentablemente, sus ecos en nuestras latitudes.
