No es novedad ni se trata de ningún "gran descubrimiento", pero es bueno que se vaya derribando la idea de un medioevo monocromo, de piedra pelada y madera tosca. Tanto los castillos, como las iglesias románicas y góticas estaban llenas de color y vida, los muros repletos de frescos que contaban historias religiosas y profanas. En Francia e Inglaterra se hicieron pruebas con láser que revelaron el colorido, no sólo en el interior, sino también en el exterior, hasta en agujas, ventanas falsas y arbotantes. En los Alpes, donde aún se conservan algunas ruinas de castillos abandonados ya en la Edad Media por distintos motivos, se pueden encontrar también dibujos coloridos que relatan historias reales y fantásticas. Lo mismo en Tierra Santa, al menos hasta hace un tiempo.
No debe olvidarse el "horror vacui" de los medievales, luego desfigurado por renacentistas y barrocos (toda una horrible imaginería tuvo que idearse para rellenar los espacios producidos por la perspectiva y la geometría cartesiana), y despreciado por modernistas (responsables de un minimalismo disfrazado de buen gusto). Los cristianos orientales, con sus tan iluminados iconostasios, sin embargo, han conservado el concepto, desafiando todo racionalismo.
Como decía alguien, sólo los budistas y los nihilistas están interesados en la nada. El minimalismo de la decoración y el mobiliario actual, tan poco apto para una casa con niños, y el racionalismo arquitectónico, tan poco predispuesto para una vida digna, son signos de estos tiempos.
