Tal vez sí somos conspiradores. Y nuestra conspiración se extienda más allá de lo internacional hacia la esfera celestial; conspiramos con las estrellas; conspiramos con esos espíritus que habitan en el aire no sólo en sus libros sino en las verdades vivas que son menos una doctrina y un dogma que un destello de luz. Uno podría tener compañía mucho peor. Oh co-conspiradores de todas las edades: ¡Odiseo, gran provisor! ¡Sócrates, compañero corruptor de la juventud! ¡César y Eneas, ustedes amantes latinos! ¡Moisés y San Pablo, derribados por Dios! ¡Rolando, tú caballero! ¡Chaucer, débonnaire, y todos nuestros peregrinos compañeros! ¡Caballero de la triste figura! ¡Oh dulce príncipe! Que todos vosotros sigáis con nosotros.