El pasado 20 de julio, en Bella Vista, falleció el poeta y cantautor Ignacio Anzoátegui. Nacido en 1935, hijo de otro gran poeta de su mismo nombre, el recordado “Braulio”. Hace tiempo que venía peleando con esa terrible enfermedad que tan buena gente se ha llevado.
Autor de canciones muy populares como, “Zamba para Javier” (que cantaron Los Chalchaleros), “Masi” (María Luisa Zapiola, su mujer) o “Monólogo del amor que no quiere amar” (poniéndole música a la célebre poesía de su padre) y “Zamba para mí” (las letras de estas tres aquí). Pero también fue autor de Poemas sin guitarra – como llamó a uno de sus libros.
Dedicó a su familia todo un álbum, Cantata familiar. Fue director de la frecuencia modulada de la Radio Nacional y era miembro directivo de la Academia Argentina de Folclore y del SADAIC.
Entrevistado ayer por AM Provincia, el folclorista Jorge Andrada dijo: “Nos consta, a quienes seguimos la carrera de Ignacio, cuantos jóvenes se llaman Javier por su hermosísima zamba… Tuve el privilegio de acompañarlo, hacer uno de sus discos y cantar una de sus zambas”. Lo calificó como “maravillosa persona, conocedor, historiador, locutor, periodista y cantor, una trayectoria de bajo perfil increíble para un cantor y compositor tan grande como él. No se sentía capaz de temas de otros autores, sólo interpretaba su repertorio que era maravilloso”.
Una de sus últimas patriadas fue la participación en una cátedra para la difusión del folclore entre los alumnos de los colegios primarios y secundarios de todo el país. Dijo en esa oportunidad: “Lo que aquí nos reúne es el amor. El verdadero, el limpio, el diáfano amor por la Patria. El color y el olor de la Patria. Las palabras y las músicas que la integran y que llenan nuestro corazón desde siempre, desde el principio, desde el origen. Es nuestra tarea conocer y divulgar el patrimonio que tenemos en las manos y en la sangre”.
Hace poco, Nueva Hispanidad nos regaló Las palabras de mis canciones. Entre ellas, como ejemplo de lo que fue este hombre, copio la presentación de su canción “Regalo de cumpleaños”: “Una de las virtudes que adornan mi condición humana es la de siempre haber carecido de dinero importante, de monedas valiosas, de pesos fuertes. Esta digresión no implica queja o reproche alguno; sirve sólo de doméstica explicación para relatar lo que sucede 15 veces por año: cada uno de los 5 hijos y de los 10 nietos tienen la costumbre de cumplir años. Esta canción intentó reemplazar los regalos tradicionales, sin ningún éxito.” Pues siempre ofreció eso: su “corazón de viejo, que te quiere igual, pero que hoy parece nuevo”.
Recomiendo escuchar la emisión que el programa Paradigmas de Radio Nacional le dedicó, incluyendo fragmentos de sus canciones y reflexiones. Se puede escuchar el audio aquí:
Aquí puede descargarse La nueva voz poética del folclore (1970).
Requiscat in pace
Et luz perpetua luceat ei