Otro de los mitos nuestros es que las cosas no pueden ser distintas a lo que son y que la democracia (al menos como se la entiende en la Argentina y no sólo en la práctica, sino también en las leyes y la academia) es necesaria para el desarrollo.
Pues, no, mis señores. Hay otro mundo.
Traduzco a continuación, de la siempre interesante bitácora de Andrew Cusack, su sintética descripción del Senado de la República de Irlanda.
El Senado de Irlanda es una criatura curiosa. Sus primeros miembros fueron cooptados y designados, y entre éstos se incluyeron siete lores, una condesa viuda, y cinco baronets y caballeros, veintitrés protestantes y un judío. Entre esta nómina de personajes estaban W.B. Yeats, el general Sir Bryan Mahon y el médico-poeta-autor Oliver St. John Gogarty. En 1937, sin embargo, el Seanad Éireann adoptó su forma actual, y desde la abolición de la Cámara Alta de Baviera en 1999, el Seanad es (hasta dónde mi investigación pudo descubrir) el último cuerpo parlamentario organizado corporativamente de Europa.
Hay sesenta miembros en el Senado Irlandés, elegidos por diferentes medios. Once son designados por el Taoiseach (primer ministro) en ejercicio con el fin de reducir las posibilidades de un gobierno que posee mayoría en el Dáil (cámara baja) de no poder aprobar legislación en el Seanad. Tres son electos por los graduados de la Universidad de Dublín (mejor conocida como Trinity College), y otros tres por los graduados de la Universidad Nacional de Irlanda (con sus colleges miembros de Dublín, Cork, Galway y Maynooth).
El distrito electoral de la Universidad de Dublin ha existido desde 1603. Hasta 1800 enviaba sus representantes a la Cámara de los Comunes de Irlanda; desde 1801 hasta 1922, a la Cámara de los Comunes Británica. Entre 1922 y 1937, al Dáil Éireann, la cámara baja irlandesa, pero en 1938 fue transferido al Seanad. Este distrito electoral frecuentemente ha elegido personas de gran interés histórico, como Sir Edward Carson, Owen Sheehy-Skeffington y Conor Cruise O’Brien.
El distrito electoral de la Universidad Nacional de Irlanda recién fue legislado en 1918 durante la reforma de los distritos electorales universitarios en la Cámara de los Comunes en Londres. Como la Universidad de Dublín, sus representantes tenían sus escaños en la Cámara de los Comunes, luego en el Dáil Éireann y finalmente en el Seanad Éireann.
Además de las designaciones del taoiseach y los representantes universitarios, cuarenta y tres senadores son elegidos por una comisión especial de TDs (miembros de la cámara baja), senadores y consejeros locales. Los nominados para estos cuarenta y tres escaños son seleccionados por cinco consejos vocacionales: el Consejo Administrativo que representa a los empleados públicos, de los servicios sociales y de los sectores del voluntariado y sin fines de lucro; el Consejo Agrícola que representa al sector agroganadero y la pesca; el Consejo Cultural y Educacional que representa las artes, la literatura, la cultura, la educación y el idioma irlandés; el Consejo Industrial y Comercial que representa a la industria y el comercio, la ingeniería y la arquitectura; y el Consejo Laboral que representa a los trabajadores sindicalizados e independientes.
La idea es que el Dáil, la cámara baja, represente al pueblo irlandés al ser elegido directamente por la población, mientras que el Seanad representaría a los distintos sectores de la población para darle una voz particular a estos distritos electorales. En la práctica, los senadores son con frecuencia candidatos para el Dáil que no obtuvieron los votos necesarios y que el partido gobernante desea incluir en el gobierno. Los intelectuales constantemente están discutiendo el papel del senado, varios reclamando que se agrande, se achique, se recorte su poder, se le dé más poder, sea electo directamente, sea abolido o cualquier variedad de todas las anteriores que se les pueda ocurrir. Democratizar el Seanad no tendrá efecto alguno más que introducir otra cámara más de políticos profesionales con carreras enteramente financiadas por el sufrido trabajador y contribuyente irlandés.
El Seanad no ha dañado a nadie, ¿entonces por qué perder tiempo con él? Puede ser que sea ineficaz como cámara alta, pero Irlanda no ha sufrido por eso. Es algo pequeñito e interesante, y aquéllos que desean terminar con él o hacerlo más democrático son los aburridos del mundo – los “monitores de la monotonía” como los llamaba mi viejo maestro de latín – que viajan por los cuatro rumbos del globo buscando los últimos reductos de individualidad e interés para estandarizarlos en el aburrimiento o, peor, abolirlos.