lunes, 20 de abril de 2009

Una defensa de las guerras culturales: Un llamado a la contrarrevolución

por Peter Kreeft

¿Cuál es el problema? El problema es “pelear el buen combate”.

¿Combate? ¿Qué combate? ¿Estamos en guerra? Si, estamos en guerra. Y si todavía no te has advertido, lo más importante que puede hacer por ti este capítulo es alertarte de ese hecho.

El enemigo no es gente. Los enemigos no son los humanos, sino la deshumanización: la espectacular declinación social, cultural y sobre todo moral sin duda y la decadencia que nuestra sociedad ha estado sufriendo por décadas.

Una generación atrás, los cinco problemas más molestos en los secundarios estadounidenses según las encuestas que recogían las quejas eran:
- falta de respeto por la propiedad;
- vagancia, no hacer las tareas;
- hablar y no prestar atención en clase;
- lanzar chicles, y
- dejar las puertas y ventanas abiertas.
¿Suena esto como otro mundo? Lo es. La misma encuesta fue hecha otra vez hace pocos años. Los problemas más importantes en esos mismos secundarios eran ahora:
- miedo a la muerte violenta; armas de fuego y cuchillos en la escuela;
- violación;
- drogas;
- aborto, y
- quedar embarazada.
Las calles no son seguras. Las escuelas no son seguras. La sociedad no es segura. No es segura físicamente y no es segura moralmente.

Los padres hoy se sienten cada vez más atrapados y sin ayuda. El control sobre las vidas y felicidad de sus hijos parecen haber pasado a manos de una elite educacional cuya filosofía de vida es radicalmente diferente a la de los padres y que consiste frecuentemente en un vacío moral.

En esta guerra está en juego la próxima generación y el futuro de este país. No es una guerra entre generaciones o razas o partidos políticos o religiones o clases económicas. Es una guerra entre el bien y el mal.

Si amas a tus hijos o a tu país, debes elegir tu bando en esta guerra. La neutralidad no es una opción en tiempos de guerra. Ya que “lo único que se necesita para que el triunfo del mal es que los buenos no hagan algo” (Edmund Burke).

Existe una salvaje divergencia entre las creencias y los valores de la gente ordinaria y aquellos de la elite intelectual o del establishment educacional en nuestra sociedad (periodismo, educación y entretenimiento). Por ejemplo, de acuerdo con una encuesta de la Agencia Wirthlin en Baltimore, “mientras que casi todos los estadounidenses (mas del 90%) cree que es incorrecto engañar sexualmente al cónyuge, solo cerca de la mitad de la gente ligada a los medios estaba de acuerdo; mientras que cerca de la mitad de todos los estadounidenses concurren a servicios religiosos en forma regular, solo el 9% de la gente ligada a los medios lo hace; mientras que el 72% (80% según otras encuestas) de los estadounidenses creen que el aborto es de alguna manera algo malo y que debería ser restringido de alguna forma por la ley, solo el 3% de la gente de los medios creen de la misma forma”.

Lo que esta siendo ignorado en nuestra educación y degradado en nuestros entretenimientos son los valores morales que toda sociedad civilizada en la historia ha creído: cosas como la autodisciplina, el carácter, la lealtad, la familia, la civilidad, la cortesía, la caballerosidad, la femineidad y la misma idea de una verdad objetiva y unos valores objetivos. Los Estados Unidos nunca fueron una sociedad de santos, pero los valores morales eran al menos honrados y enseñados. Incluso si eran “honrados mas en el discurso que en la observancia”, al menos eran honrados. Pero ya no son honrados.

¿Qué podemos hacer nosotros? Hay respuestas. Pero para llegar del problema a la respuesta, debemos atravesar un análisis del problema. El diagnostico antes del tratamiento. El primer y más importante punto es que existe un problema desesperadamente serio y que una “guerra cultural” esta teniendo lugar.

A continuación, apuntaremos a algunos “focos” o campos de batalla específicos en esta guerra moral.

Luego, estableceremos algunos principios esenciales para una solución: la base moral sin la cual no podemos sobrevivir, los principios que están siendo abandonados actualmente y que debemos recuperar.

Finalmente, definiremos algunos pasos concretos y prácticos que podemos dar.

Si estás de acuerdo en que los Estados Unidos no están funcionando y querés saber por qué y cómo ayudar a repararlos, pro favor sigue leyendo.

1. ¿Cuáles son los campos de batalla?

a) La familia

Ésta no es una buena época para la familia, la base fundamental y el bloque de construcción de toda civilización.

En los Estados Unidos, la mitad de todos los matrimonios se quiebran, dejando cicatrices permanentes, devastadoras y claramente documentadas en las vidas y comportamiento de los hijos.

Las actitudes fundamentales hacia los hijos están cambiando. En todas las sociedades estables anteriores, los hijos eran considerados una bendición y el no tener hijos eran considerado una maldición. Hoy, la actitud es con frecuencia exactamente la opuesta.

El abuso infantil, el descuido, el abandono y el aborto todos tienen su origen fundamental en esta nueva “filosofía” que da derechos a los niños solo si estos niños son queridos. La violencia familiar, la violencia adolescente, el abuso infantil y el suicidio tienen un crecimiento espectacular. Las calles, las escuelas e incluso las casas ya no son seguras. Los asesinos hoy vienen en todas las edades, tan jóvenes como de diez años. El sentimiento de desesperanza se introduce en muchas familias urbanas y, crecientemente, también en las suburbanas.

La ruptura familiar es la causa empíricamente observable, estadísticamente documentada y conclusivamente comprobada de todos los males sociales, incluso los males económicos. Necesitamos leyes y políticas gubernamentales amigables hacia la familia que propaguen y recompensen a las familias en vez de las que hoy frecuentemente las dificultan y penalizan.

Las sociedades han sobrevivido con sistemas políticos muy malos y con economías muy malas, pero no sin familias fuertes. Las familias son a la sociedad lo que las células al cuerpo. La familia es el único lugar donde la mayoría de nosotros aprendemos la lección más importante de nuestras vidas: el amor desinteresado y el compromiso de por vida.

Recomiendo mucho leer el artículo más popular jamás publicado por el Atlantic Monthly, “Dan Quayle estaba en lo cierto”, por Barbara Whitehead (abril de 1993). El masivo silenciamiento de los medios hacia el recuerdo de sentido común de Quayle que las familias sin padres, como la de Murphy Brown, no son tan deseables como las familias con padres revelaba más acerca de los prejuicios de los medios que los de Quayle.

La idea tradicional de la familia –padre, madre e hijos, fieles y comprometidos entre ellos de por vida—no provino de Dan Quayle o de las series de TV de los ’50 sino de la naturaleza humana y del Dios que la diseñó. No podemos redefinir arbitrariamente la familia como si fuera una asociación voluntaria, incluyendo la de dos homosexuales. Esa definición reduce la familia a lo mismo que un club o un comité de acción política o un negocio.

b) Educación

La actual población en edad escolar es la primera generación en la historia estadounidense que está peor educada que la de sus padres (incluso aunque la suma de educación siga creciendo). La cantidad estádesplazando a la calidad.

El establishment educacional se opone en forma consistente a las recetas ya probadas y verdaderas para el éxito educacional, tanto las básicas (como las tres Rs) o las fónicas como los Grandes Libros, y continua con experimentos que fracasan, como el método de lectura “mira y di”, los condones para reducir el embarazo adolescente (que casi siempre han tenido el resultado opuesto) y ahora la “educación basada en resultados”, que sistemáticamente penaliza la excelencia y gradúa a los estudiantes según sentimientos “políticamente correctos”.

Los textos de historia han sido reescritos censurando casi toda mención de Dios y la religión. En esta historia revisionista, los peregrinos ya no vienen a América por libertad religiosa ni dan gracias a Dios en el Día de Acción de Gracias. Cada vez que los padres fundadores son citados, sus frecuentes referencias a Dios y la religión son extraídas. (Ver Paul Vitz, “Censura: Evidencia de prejuicios en los textos de nuestros hijos”.)

Incluso textos antiguos han sido revisados para hacerlos más atractivos al establishment educacional de centro izquierda. El Wall Street Journal describe la nueva revisión del texto de instrucción cívica “La nación americana” (publicado por primera vez en 1950) como “un gran paso atrás, un caso de estupidez niveladora y revisionista en busca de una audiencia mayor”. En estos textos, nos encontramos con Murphy Brown teniendo un bebé y aprendemos que “muchos estadounidenses estaban abandonando la idea de que el matrimonio era necesariamente un compromiso para toda la vida”.

La Suprema Corte ha fallado que es ilegal desplegar los Diez Mandamientos en las escuelas públicas. (Ya que los niños pueden ser influenciados en forma religiosa; ¡incluso podrían obedecerlos!) ¡Aunque los Diez Mandamientos siguen cincelados en la fachada del edificio de la Suprema Corte donde esta fallo se pronunció!

No es legal para una escuela invocar a Dios en los actos escolares. Pero la blasfemia –tomar el nombre de Dios en vano—es protegida. De ese modo es legal desobedecer el Segundo Mandamiento, pero ilegal obedecerlo.

Las Biblias no pueden usarse en actividades de cualquier escuela pública. Pero los condones son entregados en forma gratuita. El mensaje es bastante obvio para todos los niños; sólo los “expertos” pueden perderse ése.

(Al margen, la misma organización Planned Parenthood estima que entre cien parejas que usan condones, habrá catorce embarazos por año. Con tal porcentaje de fallos contra el embarazo y una mayor tasa de fallas contra el SIDA [cuyo virus es mucho más pequeño y no tiene un periodo “seguro”], los condones son tan efectivos contra el SIDA como un revolver de cuatro cámaras en vez de uno de seis al jugar la ruleta rusa. Aun así los condones son etiquetados como “sexo seguro”. Así es la estima que tienen algunos educadores acerca de la vida de tus hijos.)

John Stuart Mill escribió, “la educación es demasiado importante para dejarla en manos del Estado”. La educación pública está desapareciendo; la educación estatal la está reemplazando. Una escuela verdaderamente pública estaría en manos del público, esto es, de los padres, para empezar. Pero nuestras escuelas públicas de hoy se están convirtiendo más y más en los instrumentos ideológicos de una elite educaciones que simplemente no respeta a los padres ni sus valores. Si duda de esto, solo intenta juntar a algunos padres para investigar e inquirir sobre el nuevo programa de educación sexual de tus hijos y nota la reacción de los establishments educacional y de los medios.

En conclusión: ¿De quién son las escuelas?

c) Los medios

Los Estados Unidos son una sociedad elitista, una sociedad de dos culturas: la gente ordinaria y “los expertos”. La vasta mayoria de la gente aun cree en:
- la familia,
- la fidelidad (ya que sin ella las familias fracasan),
- la moral (sobre la que se asienta la fidelidad) y
- la religión (sobre la que se asienta la moral).
Pero nuestro establishment de los medios incesantemente hace propaganda contra estas cuatro cosas, a las que odia y teme. Incluso una encuesta por el izquierdista Los Angeles Times en 1992 probaba la existencia de un prejuicio de los medios masivos contra los valores tradicionales, especialmente las familias, la fidelidad, la moral y la religión.

Los periodistas simplemente no reportan publicidad en contra de “su lado”. Cualquier desafio a la izquierda es etiquetada como “extremismo de derecha” o “derecha religiosa”, incluso posiciones siempre etiquetadas como moderadas en el pasado. Los principales diarios rutinariamente falsifican estadisticas. El número de muertes anuales por abortos ilegales fue arbitrariamente fijado en cien mil, cuando la cifra real era de no más de dos mil. Los números en marchas abortistas son duplicados; los números en las marchas pro vida son reducidas a la mitad o ignoradas. Los homosexuales son supuestamente el 10% de la población (cifra que frecuentemente era citada), cuando la cifra real es del 2 o 3%. Una vez comprobada su falsedad, las cifras son abandonadas. Los candidatos políticos que no son “políticamente correctos” son ignorados hasta decir algo comprometido. El lenguaje es deliberadamente rebajado como forma de hacer politica. Cualquier idea que contradiga la ortodoxia mediatica es etiquetada como “de extrema derecha”. (¿Qué tan frecuente es leer la frase “de extrema izquierda”?)

d) Libertad personal y económica y autodeterminación

Una de las quejas permanentes de los ciudadanos de hoy es la indefensión. La vida no es tan buena como era, y no hay nada que alguien pueda hacer para solucionarlo.

Pocas familias sienten que pueden sobrevivir con un solo ingreso en la actualidad. Para muchos individuos, la ética del trabajo ya no funciona: la voluntad de trabajar duro ya no garantiza trabajo o seguridad. Para muchos, los Estados Unidos ya no son “la tierra de las oportunidades”. La clase media se siente estrujada en ambos frentes. Los números y los porcentajes de la seguridad social siguen creciendo. Hay más y más madres solteras –las que encuentran cada vez más difícil sobrevivir. Las pequeñas empresas independientes están quebrando, dejando el estado o el país, o entregando su independencia. Tenemos cada vez menos control sobre nuestros ingresos.

El problema no es que no seamos lo suficientemente ricos sino que no somos los suficientemente libres. No libres para caminar nuestras calles o confiar en nuestras instituciones. La gente se siente atrapada en una vaga red llamada “el sistema” o “la forma en que son las cosas” o “la sociedad moderna”. El sentimiento es el de una pérdida de control. Los Estados Unidos ya no se sienten como nuestro país.

Nuestro tiempo con nuestros hijos es continuamente recortado. Nuestro sentido de comunidad está volviéndose más tenue, basado más en una ideología que en los patios traseros. Los padres sienten impotencia y que pierden el control sobre sus propias familias. La gente ordinaria no parece estar controlando la vida de esta “democracia”, que se mueve en la dirección señalada por una arrogante oligarquía de “expertos” que en su mayoría no son electos ni responsables ante la gente.

e) Las drogas y la violencia

Nada puede debilitar ni destruir una familia en forma tan rápida y trágica como la droga. Pero solo las familias fuertes pueden mantener a sus hijos alejados de las drogas. Lo mismo puede decirse de la violencia: la violencia debilita las familias, y solo familias fuertes pueden enfrentarla.

Nadie defiende la droga o la violencia. Pero ¿cómo podemos ganar la guerra contra ellas? Muchos “expertos” dicen que la “guerra contra las drogas” está definitivamente perdida. Algunos (tanto en la derecha como en la izquierda) llaman a legalizar las drogas, de modo que tu adolescente pueda ir al negocio de la esquina y comprar drogas en forma tan fácil como compra helado.

Esta capitulación esta conectada con el sentimiento presente de indefensión mencionado antes, especialmente en nuestras ciudades. La indefensión es tanto una causa como un efecto del uso de drogas. Cuando piensas que no tienes nada que perder, ¿por qué no hacer cualquier cosa?

Los criminales violentos son sacados de la calle para continuar su violencia. Los criminales son comúnmente defendidos más concientemente que sus victimas. Las victimas de violación son obligadas a sufrir más que su violador. El criminal es visto como una victima, un paciente más que un agente. En otras palabras, la filosofía legal prevaleciente es una simple y chocante negación de la responsabilidad moral individual.

Quitar las armas es un pobre sustituto de quitar las motivaciones violentas. Cambia las circunstancias físicas pero no cambia las mentes.

La habilidad de nuestra sociedad para tolerar la violencia es un síntoma de una enfermedad moral subyacente maas profunda: la insensibilidad moral. Nos hemos desensibilizado. Mucho de la violencia y el crimen comienza tan pronto como los juegos de niños, las historietas y los video juegos nos enseñan a usar la fuerza como forma de resolver el conflicto. No nos sorprendemos cuando un adolescente, que en forma típica ha visto quince mil asesinatos, violaciones y golpizas brutales en la TV y ha visto este tipo de comportamiento propagado e idealizado por la “música” rap, se hace violento.

Necesitamos recuperar el escándalo moral. El escándalo es la única respuesta apropiada frente a lo escandaloso. El simple disgusto o la desaprobación no son suficientes.

Es tiempo de recuperar nuestras ciudades, nuestras calles, nuestras escuelas y nuestros hijos. Es tiempo de trazar una linea en la arena y decir “¡basta!”

f) El aborto

Incluso gente que se identifica como “pro elección”, como el presidente Clinton, dicen que quieren reducir el número de abortos. Esto significa que ellos, también, asumen que el aborto es malo, ya que nadie quiere reducir el número de algo bueno. ¡Con seguridad el asesinato deliberado de niños por nacer no es algo bueno!

La mayoría de los estadounidenses no negarán que el aborto es al menos una tragedia moral. Pero es más que eso. Es un acto bárbaro que degrada la civilización.

Las encuestas repetidamente muestran que la mayoría de los estadounidenses son ignorantes respecto de los hechos básicos acerca del aborto:
- el hecho de Roe vs. Wade no restringió los abortos, sino que ahora cualquier mujer en los Estados Unidos puede hacerse un aborto por cualquier razón (incluso por selección del sexo: querer un niño, entonces abortar una niña) en cualquier momento;
- el hecho de que las clínicas abortistas no están legalmente sujetas a los mismos estándares restrictivos sanitarios y de seguridad que todas las otras instalaciones médicas;
- que el movimiento anti aborto es mucho mayor que lo que era el movimiento de los derechos civiles en los ’60, en cuanto al número de participantes como al de presos, pero los medios simplemente ocultan estos hechos;
- que una gran mayoría de la mujeres que han tenido abortos dicen que se lamentan y desean no haberlo hecho nunca;
- que el trauma post-aborto es común y devastador; que la mayoría de las mujeres que abortan –según su propia admisión—no creen que su “feto” era “solo papel tissue” o “solo vida potencial” sino que creen que mataron a su hijo; y que este sentido de culpa las persigue por el resto de su vida si no pueden tratar con él.
Pero estos hechos son negados o censurados por un total silencio de los medios.

El aborto divide la familia de una forma literal y letal. Literalmente separa a la madre y su hijo. Y desensibiliza de modo grosero. Estamos comenzando a ver el siguiente escalon en nuestra “cultura de la muerte” –el suicidio legal y la eutanasia. El mismo principio que justifica matar en un extremo de la vida justifica matar en el otro: nos desharemos de gente indeseada.

g) La sexualidad de los niños

En algunas ciudades, la mitad de los niños de diez años son sexualmente activos. Mientras tanto, ¡los programas de educación sexual que promueven la abstinencia son prohibidos por los jueces federales por “religiosos” (incluso si nunca mencionan a Dios o la religión)! Nadie se atreve ya a hablar de “pureza sexual”. Aunque es un hecho médico que la única garantía real de sexo seguro contra el SIDA (esto es, contra la muerte) es la abstinencia antes del matrimonio y la fidelidad luego. ¿Hemos llegado al punto donde enseñar la virtud es ilegal y donde solo el vicio mortal es legalmente protegido?

Hemos llegado al punto donde la virtud sexual ya no es meramente materia de propiedad o aceptación social; es hoy materia de supervivencia física y psicológica, especialmente para el vasto número creciente de niños que son sexualmente abusados y mujeres que son abandonadas, golpeadas o violadas por hombres que viven la misma “revolución sexual”. Necesitamos una contrarrevolución.

No necesitamos volver al “victorianismo”. Ni necesitamos oponernos a la educación sexual en sí misma, pero necesitamos oponernos oponernos a la idea de que el sexo está exento de las reglas morales que admitimos en todas las otras áreas de la vida –reglas acerca de no herir a otras personas, acerca de mantener las promesas y acerca de controlar nuestros instintos. (¿Qué otro instinto obtiene un derecho absoluto a la auto-expresión?

Necesitamos una vez más estar de acuerdo con Moisés, Jesús, Mahoma, Confucio y todas las sociedades estables y exitosas de la historia en que el sexo pertenece al matrimonio, la monogamia y la fidelidad; que el sexo es para la vida, no solo por diversión; que el incentivo del instinto sexual y su separación de la familia no es una condición necesaria de estabilidad social y felicidad humana a largo plazo. La alternativa es el caos que vemos a nuestro alrededor, casi todo directamente vinculable a la ruptura de la familia y la “revolución sexual”, esto es, el sexo como explotación y la hipocresía “liberal” que fuerza a todos aquellos que no pueden pagar una escuela privada a enviar a sus hijos a las escuelas públicas para ser sistemáticamente seducidos en la pérdida de su moral.

Demasiados educadores modernos ven la sexualidad de los niños como un derecho y a los padres como impedimentos para que los niños disfruten ese derecho. Más aun, celosamente creen que el Estado debe impedir a los padres que limiten a sus hijos en las prácticas y comportamientos sexuales. Los padres no se dan cuenta el extremo en que esto se ha convertido en una batalla ideológica.

Los padres no saben qué tan mal las cosas están en las escuelas porque los funcionarios escolares no los dejan. Y los medios no informarán sobre la pornografía que frecuentemente se enseña bajo la etiqueta de “educación sexual” incluso al ser descubierta y documentada por los padres.

2. Los principios morales y la sociedad

Salomón dijo, “donde no hay visión, la gente perece” (Prov. 29,18). Lo que falta más hoy es una buena visión de la vida buena. Si tuviésemos una filosofía moralmente sana de la vida, podríamos ver cómo todos nuestras enfermedades sociales están vinculadas por una debilidad fundamental de una visión del mundo y la vida que es escéptica, cínica, egoísta y materialista.

Por ejemplo, el principio común detrás del abuso infantil, el crimen violento y el aborto es el principio de responder a los problemas con la violencia. Sea en la casa, en las calles o en el vientre, la violencia es violencia.

El principio común detrás de los padres ausentes, las familias rotas, la tasa de divorcios del 50%, la difusión del SIDA, los abortos adolescentes y la entrega de condones a los niños como cura, todo es el principio de que el sexo irrestricto es nuestro derecho absoluto, más allá de las consecuencias humanas. La filosofía que ve el sexo como un producto para consumir a gusto realmente confunde el sexo con el dinero.

El principio común detrás del aborto, la distribución de condones y la liberación de violadores es una negación de la responsabilidad moral individual. El aborto significa rehusarse a ser responsable de un niño por nacer. La distribución de condones significa que no se espera que los jóvenes sean responsables de su conducta sexual –se espera que puedan decir No a fumar o a las drogas pero no al sexo. Y la liberación de violadores significa ver a “la sociedad”, no a los criminales, como la responsable del crimen.

Es erróneo juzgar en cuanto a las personas, pero es igualmente erróneo rehusar juzgar las acciones. De otro modo, tal relativismo moral es una receta infalible para el caos social. Debemos estar a favor de todos los seres humanos, pero debemos estar contra todo tipo de deshumanización.

Para hacer una mejor sociedad, necesitamos mejores políticas y planes, pero esto a su vez debe estar basado en mejores principios. He aquí un conjunto de muy viejos principios que han funcionada en el pasado. He aquí un conjunto de diez proposiciones que sintetizan lo que los judíos, los cristianos y los musulmanes –y los paganos racionales como Sócrates, Aristóteles y Cicerón—siempre creyeron sobre la moral.

No son unos Diez Mandamiento, un conjunto especifico de leyes. Son acerca del status de las leyes morales. El contenido especifico de la ley moral es materia de amplio acuerdo entre casi todas las culturas y religiones. La justicia, la caridad, el autocontrol, la sabiduría, el coraje, la lealtad, la honestidad y la responsabilidad son universalmente alabadas; y la injusticia, el odio, la violencia, la estupidez, la cobardía, la traición, la mentira, la lujuria, la codicia y la irresponsabilidad son universalmente rechazadas –al menos lo han sido hasta hace poco. (Después de todo, la lujuria, la codicia y la irresponsabilidad venden productos en forma muy efectiva. Un adicto tiene poca resistencia a las ventas.)

Las siguientes proposiciones acerca de la moral serían reconocidas con entusiasmo por Moisés, Salomón, Jesús, Mahoma, Sócrates, Confucio, Ghandi y Buda, así como por George Washington, Benjamin Franklin, Thomas Jefferson y Abraham Lincoln.

La moral es necesaria para la supervivencia de la sociedad. La alternativa es la barbarie, la decadencia y el caos.

La moral no es sectaria (religiosamente) o partidaria (políticamente). Es universalmente conocida y universalmente obligatoria. Todos conocemos en nuestros corazones lo que el bien y el mal son, y somos todos responsables por vivir de la forma que sabemos debemos vivir.

La moral es natural, o basada sobre la naturaleza humana. Existe una “ley natural (moral)”.

La moral se descubre, como las estrellas, no se inventa, como los juegos. No es hecho por el hombre, arbitrariamente, ni mudable. Sus leyes son intrínsecas a la naturaleza humana, como las leyes de la higiene son naturales al cuerpo o las leyes de la física a la naturaleza de la materia.

La moral libera, no reprime. Ya que es un conjunto de directivas que nos son dadas con el propósito de hacer a nuestra humana naturaleza florecer y ayudarnos a alcanzar todo nuestro potencial. Una ley como “no tome veneno” no es represiva contra tu salud: El veneno sí.

La moral exige esfuerzo. Como el amor, la moral es un trabajo, no un sentimiento. Es una lucha contra las fuerzas del mal en todos nosotros. Hoy se ha convertido en una lucha contra las fuerzas de nuestra cultura.

La moral da sentido, propósito y dirección a la vida. Es un mapa carretero. Sin un mapa, andamos sin sentido, desesperadamente.

La moral da a los seres humanos dignidad. Su base es el valor intrínseco de la persona humana. Nos manda amar a la gente y hacer uso de las cosas, no a usar a la gente y amar a las cosas. Las personas son fines, las cosas son medios.

La moral es razonable. No es ciega sino inteligente. Percibe la real diferencia entre las acciones y estilos de vida buenos y malos. “Discrimina”. (La discriminación de las personas en buenos o malos puede ser estúpida, pero la discriminación de los actos en buenos o malos es simplemente salud moral.) Somos una nación nacida en una lucha por la libertad, por eso continuamos valorando muy alto la libertad personal, y eso está bien. Pero no podemos tener libertad sin verdad. Un cirujano no puede liberarte de una enfermedad sin luz para operar, una radiografía correcta y un conocimiento de anatomía. El escepticismo moral es la muerte de la libertad.

La moral no es simplemente acerca de “libertades” y “derechos” sino acerca de deberes y responsabilidades. Victor Frankl dice que la Estatua de la Libertad en la Costa Este debería ser completada con la Estatua de la Responsabilidad en la Costa Oeste.

La moral no es legalista. Su esencia no es un conjunto de reglas sino una visión de la vida buena y la persona buena; no solo leyes sino también carácter. Ningún conjunto de reglas funcionara sin virtudes personales. La moral es acerca de cómo podemos ser héroes reales. Es acerca de cómo podemos reprobar en Vida a pesar de obtener las más altas notas en todos nuestros estudios.

3. ¿Qué podemos hacer?

¿Qué podemos hacer para ganar esta guerra? Mucho.

Podemos recuperar nuestro país y nuestras familias. Somos la mayoría. No hay razón por la que debamos sentarnos y dejarnos manejar por la minoría de los “expertos” del establishment. Podemos dar vuelta a la marea de decadencia en los Estados Unidos.

¿Cómo? Dos cosas son necesarias: las actitudes y las acciones. Las acciones solas no son suficientes; las actitudes vienen primero. Hacer todo lo correcto con la actitud errónea es autodestructivo. Por eso lo primero es inventariar nuestras actitudes. Ya que el espíritu con el que actuemos se estampara en nuestras acciones y sus resultados.

No debemos desesperarnos. La decadencia social no es inevitable. No somos máquinas; nosotros hacemos las máquinas y las reparamos. Podemos reparar los Estados Unidos por la misma razón que los hicimos: porque somos seres humanos libres, no máquinas sin sentido. Y podemos arreglarlos con los mismos principios morales con los que los diseñamos mas de tres siglos antes. Debemos creer que la guerra puede ser ganada. No somos pesimistas. La marea puede estar ya volviendo. La gente ordinaria está llegando al punto de decir “¡basta!” Por ejemplo, “simples” padres en Nueva York frenaron con éxito la burocracia escolar pública más grande de los Estados Unidos cuando ésta quiso imponerles su nuevo curso de propaganda de sodomía a los de los primeros grados (“El compañero [gay] de Papá” y “Heather tiene dos mamás [lesbianas]”), y a pesar del escándalo de los funcionarios escolares frente a la “interferencia” paterna. Debemos dejar de confiar en los “expertos”. Los Estados Unidos no es una nación de expertos, por los expertos y para los expertos; es una nación de la gente, por la gente y para la gente. Nuestros hijos no son las ratas de laboratorio de algún educador. Nuestro dinero no pertenece en primer lugar al Estado. Trabajamos para nosotros y nuestras familias, no para el Sistema o el Partido. Debemos resolver, por una decisión deliberada de la mente y la voluntad, regresar el control al pueblo, a donde pertenece.

Debemos amar, no odiar. Incluso si heridos y frustrados, no debemos odiar, porque el odio solo genera mas frustración y heridas. Solo el amor sana.

Debemos amar nuestro país, que está lastimado. Debemos amar a nuestros amigos y familias, que están lastimados. Ése debe ser nuestro motivo para actuar. Si lo es, ganaremos; si no, perderemos.

¿Qué acción? Los individuos y las familias deben elegir un área especifica de lo que más les preocupe, entonces deben involucrarse en concreto. He aquí algunas formas básicas de hacerlo:
Infórmate. Averigua más acerca de lo que está sucediendo en tus escuelas, en tu comunidad y en tu país. En una democracia, aquellos desinformados no tienen poder.

Involúcrate. Únete a organizaciones de apoyo –o comienza una. Únete a la línea del frente.

Participa en cambios sociales positivos. ¡Haz que suceda! No es para el Estado hacer la sociedad que debería ser, sino es para la gente.

Pasa la voz. Habla con tus amigos y vecinos. Escribe cartas a los diarios. Contribuye en los periódicos y boletines parroquiales. Para cualquier movimiento, la pluma es la primer arma.

Pon el ejemplo. Comportate del modo que el mundo pueda seguirte.

Da lo que puedas a una buena organización o movimiento que este “peleando el buen combate”. Puedes ofrecer dos cosas preciosas: tu dinero y tu tiempo. Tiempo para escribir cartas o armar sobres o pegar etiquetas, tiempo para organizar y reclutar, o simplemente tiempo para “hablar” de la organización con tus amigos. Será sacrificado y provocará sufrimientos. Involucrará ser el blanco del chisme. Para algunos, incluirá ser multado, o incluso encarcelado, por hacer lo correcto.

Reza. La oración es la fuerza más poderosa del universo. Reza sobre esto con sinceridad, no simplemente como un truco psicológico para sentirte bien, sino para pedir a Dios poder real y guía y (sobre todo) el bien de modo que tú y tu sociedad pueda seguir el mandato bíblico “Se santo, pues yo el Señor tu Dios soy santo”. Pide a Dios que te dirija a encontrar lo que, específicamente, puedes hacer y por quien puedes rezar. “Más cosas son obtenidas por la oración que lo que este mundo sueña.”
De nosotros depende.

 

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